El piquituerto metafísico

15 enero 2009

En su célebre obra divulgativa sobre la evolución y la investigación evolucionista El pico del pinzón (*), Jonathan Weiner pone el hermoso título de El piquituerto metafísico al capítulo que dedica en concreto a la especie humana.

En él Weiner afirma que igual que el pájaro en cuestión encontró en su singular pico retorcido la adaptación que le ofreció la oportunidad de propagarse con contundente éxito, la expansión cerebral ha sido la principal y más reciente herramienta de los homosapiens para prosperar. El cerebro les ha permitido aprender y enseñar, ha facilitado que la información se codifique, acumule y transmita, generando una evolución cultural intensa y otorgando a esta especie una capacidad adaptativa tan vigorosa y versátil que la ha llevado incluso a transformar radicalmente el propio medio. La ciencia es parte de esa adaptabilidad biológica, explica Weiner (p. 453):

Como ha escrito el evolucionista Ernst Mayr, nos hemos «especializado en la desespecialización». (…) … hemos desarrollado una extraordinaria capacidad de aprender, de modo que, como especie, colectivamente, podemos aprovecharnos de esa variedad de nichos, y seguimos encontrando más y más oficios. Ocupamos más nichos ecológicos y alimenticios que cualquier otro animal.

Ello es lo que nos permite proseguir con ese épico juego del aprendizaje que llamamos ciencia. La ciencia formaliza nuestra especial clase de memoria colectiva, o la memoria de la especie, en la que cada generación edifica sobre lo que aprendieron los que la precedieron, siguiendo los pasos del otro. Cada generación valora lo que puede aprender de la anterior, y también valora los descubrimientos que transmititirá a la siguiente, para de ese modo poder ver cada vez más lejos, escalando una montaña infinita. 

piquituerto

(*)  Weiner, Jonathan. El pico del pinzón: una historia de la evolución en nuestros días. Barcelona: Galaxia Gutenberg, Círculo de Lectores, 2002.


MYH16 y FOXP2

20 febrero 2007

La base del conocimiento social, de la información compartida por los homosapiens, de la ciencia y de toda forma de cultura (abreviando, de los memes) radica en el cerebro y en el lenguaje. Ambos son dispositivos seleccionados por su indudable valor adaptativo a lo largo de la evolución de los homínidos. Cerebro y lenguaje son parte de las capacidades naturales adquiridas evolutivamente en el proceso que ha dado lugar al homosapiens.

Ese proceso de antropogénesis ha pasado por: (i) el bipedismo, la postura erguida; (ii) la reproducción mediante un parto difícil y prematuro; (iii) la liberación de una mano habilidosa; y (iv) un cerebro grande. El quinto paso sería el desarrollo de un lenguaje potente y versátil, capaz de crear una comunidad de comunicación dinámica susceptible de evolución sociocultural.

El aparición de un cerebro grande parece que fue consecuencia de una mutación en el gen MYH16 hace 2,5 millones de años, pudiendo haber dado lugar al surgimiento del género Homo. A causa de este trastorno en el gen MYH16, se debilitó la musculatura que unía las mandíbulas a la parte superior del cráneo, produciendo unas mandíbulas más débiles pero también un cráneo liberado de sujetarlas. Como consecuencia, el cráneo y el encéfalo pudieron crecer y tal expansión ser seleccionada como éxito evolutivo.

La aparición del lenguaje articulado es algo bastante más oscuro, pero investigaciones recientes apuntan a la posibilidad de que otra mutación, en el gen FOXP2, hace unos 200.000 años, pudo tener que ver con el surgimiento de las capacidades lingüísticas. De ello tratan trabajos como la segunda parte de la revisión de Benítez Burraco sobre dicho gen en la Revista de Neurología, o el artículo publicado en Nature por Enard et al. El nuevo FOXP2 pudo tener alguna relación con la aparición de la especie Homo sapiens o converger de algún modo con tal acontecimiento.

De todo esto me he enterado, en primer lugar, gracias a la lucidez de Jesús Mosterín, totalmente recomendable:

  • Mosterín, J. (2006). La naturaleza humana. Madrid: Espasa-Calpe.
  • mosterin.jpg


    Memes y comunicación

    6 enero 2007

    Si los genes son replicadores biológicos de información, consisten en complejos moleculares de DNA y dan cuenta de la aparición y desarrollo de la vida, los memes serían replicadores socioculturales, unidades de contenido, mensaje e información en el ámbito del lenguaje y de la interacción humanas (¿y de otros animales evolucionados también, hasta cierto punto?)

    Frente a la herencia genética, los memes serían los ladrillos del aprendizaje, de la memoria cultural, de la técnica y la sabiduría, la tradición y las instituciones. Los memes radican en origen en el cerebro (entre vericuetos sinápticos, se postula), pero la antropogénesis, mediante las diversas formas de lenguaje, habría consistido precisamente en su expansión social, en su reproducción a través de múltiples sistemas nerviosos individuales, hasta constituir comunidades de aprendizaje y memorias colectivas.

    Según la memética, en las poblaciones humanas los memes se trasmiten, se contagian, se combinan, se diversifican y se seleccionan, en coevolución con el ambiente y los biotopos naturales. Lenguajes orales cada vez más perfeccionados aceleran la proliferación de los memes y el progreso humano. Las técnicas artificiales de replicación, como la escritura, y luego la imprenta, y luego la electrónica y la informática, multiplican el potencial de replicación y catalizan la evolución de los sistemas socioculturales. Es lo que se podría interpretar como aceleración de la Historia.

    Las formas de lenguaje, las técnicas de escritura, los métodos de comunicación ocasionan la expansión de los memes y por tanto el desarrollo humano, que no es progreso intencional, ni finalista, ni organizado, ni racional, como no lo es en el caso de la evolución biológica. Aunque parezca tener una dirección, lo único claro es que, como en los sistemas físicos y biológicos, en esta zona del universo, tiende a crecer la complejidad (o las complicaciones).

    Es probable que la hipótesis de los memes no llegue demasiado lejos como teoría científica. Por lo que he leído, tal vez se abandone como un intento protocientífico fallido (algunos la acusan de pseudociencia). A mí me gusta al menos por dos razones. Por un lado, representa un esfuerzo por entender el desarrollo sociocultural en clave de ciencia unificada, puesto que intenta crear un paradigma de análisis de los ultracomplejos sistemas sociales de los homosapiens sobre modelos basados en la ecología, la neurociencia y la teoría de la información. Por otra parte, en particular, para lo que a mí me interesa, la teoría de los memes parece arrojar luz para entender los fenómenos de la historia del conocimiento, la ciencia, la comunicación, o las TICs desde un punto de vista naturalista.