Presencial e informacional, alfin

29 May 2007

Las tecnologías informáticas, ya lo he escrito, por su capacidad para industrializar la transferencia de información y conocimiento, tienen en las universidades, y en la enseñanza en general, un suculento mercado. Es natural, por tanto, que se popularicen los sistemas de enseñanza virtual, e-learning, etc., que además ofrecen algunas ventajas prácticas para la docencia. Y es natural, también, que dichos sistemas se apliquen a las mismas enseñanzas informacionales, que así reciben el actualmente tan cotizado label de lo innovador.

Pero las universidades, en general, son presenciales, a menos que quieran dejar de serlo y entrar todas en una competencia por la educación a distancia donde sobrevivirían pocas. Si ello no sucede, es decir, en el marco de una enseñanza universitaria predominantemente presencial y que valora lo presencial como un activo, una enseñanza informacional asimismo presencial tiene una primera y gran fortaleza: se acomoda a la forma natural del resto de la docencia, se integra con el resto de las enseñanzas.

Pero yo creo que, además de esta ventaja esencial, una enseñanza informacional presencial tiene otras virtudes interesantes:

  • Es interactiva, se imparte mediante el diálogo vivo entre el educador y el alumno, mediante la copresencia física.
  • Se realiza en tiempo real, sin desfases entre el tempo del educador y el del alumno, con perfecta simultaneidad en línea.
  • Favorece la realimentación sobre la marcha en cuanto a métodos y contenidos docentes, permitiendo flexiblemente cambios a la medida de las necesidades que se detecten.
  • Facilita la personalización de la enseñanza en alto grado, la atención a la diversidad de intereses, actitudes y aptitudes de los alumnos.
  • Estimula la autonomía cognitiva de quienes aprenden respecto al mundo electrónico, y por tanto el distanciamiento consciente y crítico entre el sujeto y la herramienta.
  • Posibilita la empatía personal entre educador y alumno, que estimula los procesos de aprendizaje, aportando calidez y calidad.
  • Crea sinergias a largo plazo entre instancias educativas y estudiantes, establece lazos duraderos entre enseñantes y enseñados que son útiles para la instituciones y las personas.

(Está claro, por otra parte, y aunque no tenga nada que ver con el asunto, que no me convence la denominación oficial ALFIN, ni la abreviatura ni su desarrollo. Me parece más soportable enseñanza o educación informacional.)


Europa, ERC y EIT

27 May 2007

Parece que el European Research Council, ERC (Consejo de Investigación Europeo), ha nacido con éxito, con fuerza, o al menos despertando grandes expectativas. En la primera convocatoria de financiación de iniciativas de investigación se han presentado miles de solicitudes, muchas más que las previstas. Y aunque sin grandes alharacas en cuanto a su dotación presupuestaria, el ERC suscita en general los parabienes y esperanzas de todos: de sus miembros, de las instituciones europeas, de los científicos… Así lo expresaba también de algún modo hace unos días Oscar Marín, miembro del Consejo Científico del ERC, en un artículo publicado en un diario español.

En realidad, el European Research Council es una rara avis en la política científica europea, como el propio Marín viene a reconocer: ha surgido de la demanda de los científicos, se orienta a la ciencia básica y tiene como único criterio la calidad científica de los proyectos. Y, sobre todo, es una institución única para Europa, no una de las habituales plataformas, redes, conglomerados y constelaciones a que nos tiene acostumbrados la Unión. Puede, también, que consiga escapar a un destino gris como ente para la satisfacción clientelar y corporativa de la ciencia académica si es suficientemente selectivo e independiente, si, más que repartir, moviliza, estimulando la emulación de los mejores.

La otra cara de la moneda es un nuevo ejemplo de la impotencia europea para ir más allá de las estructuras concurrentes, los consorcios integrados y las plataformas reticulares: el European Institute of Technology, EIT (Instituto Europeo de Tecnología). Al final parece que, en vez de seguir de verdad la senda del MIT americano, va a ser un sistema de «Knowledge and Innovation Communities», regido por un «Government Board». O sea, en la línea acostumbrada: otra red virtual mediatizada por los repartos de cuotas, la burocracia y la telemática. Nature dedicaba hace poco también un implacable editorial al tema, Blurred vision, con toda la razón.


«The hand of science» de Cronin

26 May 2007

En The hand of science, Blaise Cronin, especialista en ciencia y métrica de la información, descubre y explica algunas tendencias y fenómenos que caracterizan a la ciencia contemporánea:

  • La investigación se basa, y se basa cada vez más, en la colaboración, sea ésta formal o informal. Los textos científicos son fruto de redes de interacción personal y profesional. La ciencia tiene un carácter social, es resultado de una cognición distribuida, de una práctica colectiva.
  • La naturaleza social del conocimiento científico se revela y se puede estudiar no sólo a través de la coautoría, y de las citas, sino también mediante los agradecimientos que se incluyen en los textos por colaboraciones o apoyos. Y en el futuro, los análisis métricos indagarán las redes sociales del conocimiento escrutando la presencia, hipervínculos y relaciones de los objetos digitales en la red.
  • La multiautoría en ciencia se hace común (textos con más de 100 autores en biomedicina o física de altas energías, como máximo ejemplo), y subvierte la noción clásica de autor, entraña retos y complicaciones, difumina las responsabilidades y los méritos, crea autores corporativos,…
  • Las disciplinas y comunidades científicas poseen estructuras sociocognitivas, culturas epistémicas, diferentes, que en interacción con las cambiantes TICs dan lugar a modelos plurales y dinámicos, heterogéneos, de discurso y de publicación. No es probable que aparezca un sistema único de comunicación científica, más bien tendremos un caleidoscopio de géneros y formatos.
  • El análisis de citas es eficaz para la evaluación de la calidad, influencia y productividad científica y para predecir y justificar la asignación de recursos y de recompensas, de prestigio y de éxito profesional entre los investigadores. Los mapas de citas son especialmente útiles para estudiar y representar las redes sociales y estructuras sociocognitivas de las disciplinas.
  • Las citas son una unidad de capital simbólico para los científicos, sirven para pagar y cobrar reconocimiento intelectual dentro de una economía de la atención idealmente recíproca y equitativa, un comercio justo.

Aunque Blaise Cronin pone bien de relieve la naturaleza social del conocimiento científico (cognición distribuida), no aclara igual por qué razón ahora esa dimensión colaborativa de la ciencia está aumentando, como él mismo muestra que sucede. Yo creo que no distingue del todo entre el fenómeno estructural (todo conocimiento es social) y las tendencias actuales (aparición de las tecnociencias), atribuyendo difusamente estas a las causas de aquél. Sólo en alguna ocasión alude al parecido de la ciencia actual con la producción industrial, pero no desarrolla la idea.

En mi opinión, por otra parte, la cognición es distribuida y escribir textos científicos es un acto social porque es la información la que se propaga, contagia y procesa en los distintos cerebros y en los medios escritos o electrónicos: el sujeto es la información, igual que los sistemas biológicos son gobernados por la información codificada genéticamente, registrada en macromoléculas de DNA.

Predicando con el ejemplo, Cronin presenta en The hand of science un abrumador volumen de citas y referencias, que hacen la lectura un poco fatigosa para el simple aficionado a estos temas. También es algo repetitivo, quizá por el origen diverso de los textos incluidos como capítulos, que a veces reiteran las mismas ideas por haber sido escritos para sitios y en momentos diferentes. Es el caso, por ejemplo, cuando dice una y otra vez que los agradecimientos han sido poco estudiados en sociología de la ciencia. No obstante lo cual, es una obra sumamente interesante y sugestiva, que me ha gustado mucho.

Isabel Gómez ha publicado hace poco en la Rev. Esp. Doc. Cient. una amplia crítica sobre The Hand of science


«Web research», de M. Radford

24 May 2007

Una de las principales virtudes de Web research es su brevedad, dicho sea sin ironía. Es un libro que realmente podrían leer (o consultar, por lo menos) los post-adolescentes que pueblan las universidades, que es a quienes se dirige. Se trata de un texto sencillo, de fácil y rápida lectura, bien organizado, presentado de manera didáctica, útil y práctico. Su lenguaje y redacción lo configuran como una herramienta adecuada para los estudiantes. Al estilo norteamericano, incluye recuadros de consejos (tips), tablas, gráficos, listas, sumarios, vocabulario… Y estos son sus capítulos:

  1. Using the web as a research tool
  2. Search engines, subject directories and virtual libraries
  3. Content evaluation
  4. Visual evaluation
  5. Copyright issues and the web
  6. When and how to cite web sources

Pero lo más interesante es la perspectiva, el enfoque. Aborda la enseñanza informacional desde la realidad de las cosas, que es el uso masivo de internet por los jóvenes como instrumento básico de información, como ventana desde la que se contempla el mundo. Y a partir de ahí procura dirigir a los estudiantes hacia la información de calidad, hacia su evaluación y uso responsable. Aunque escrito por bibliotecarias, Web research no mira el mundo desde dentro de la biblioteca, sino las bibliotecas desde el mundo, como elementos valiosos para el aprendizaje. Aunque centrado en la búsqueda de información en internet, conduce sobre todo a los lectores al análisis crítico y al uso inteligente de la red.

Es significativo al respecto el capítulo 4, uno de los más largos, dedicado al diseño y presentación de los sitios web. Introduce a los jóvenes en los rudimentos de una visual literacy muy útil. Enseña a defenderse de la manipulación comercial o propagandística, a no dejarse seducir por los trucos del diseño web. Inicia al estudiante en un conocimiento explícito sobre la calidad de la presentación, navegación y usabilidad, haciéndole consciente sobre estos aspectos, que a menudo nos pasan desapercibidos y cuyos resultados nos inundan en avalancha, sin dejar sitio para la reflexión distanciada.

Naturalmente, la selección de herramientas y sitios de internet recomendados pertenece al ámbito norteamericano, y otros muchos aspectos corresponden también a esa cultura y no son trasladables sin más. Para empezar, por ejemplo, «research» no tiene, claro, el mismo sentido fuerte que en español «investigación»; por tanto, no es un libro para aprender a «investigar».

La autora principal, Marie Radford, tiene su propia web y colabora en un blog, Library Garden. Y la aparición de esta segunda edición de Web research ya fue comentada por Lluís Codina en Servicio de Alerta. No vendría mal, por cierto, que hubiera algo equivalente en castellano.


Chemical Abstracts cumple 100

20 May 2007

Chemical Abstracts Service (CAS), otro de los grandes monumentos de la documentación y de la ciencia, cumple cien años: fue creado en 1907 por la American Chemical Association. En un momento en que Alemania dominaba el panorama internacional en la química, y en otras ciencias, se iniciaba el despegue hacia el liderazgo de los EUA. En el primer año CAS publicó 12.000 resúmenes, mientras que en la actualidad se incorporan anualmente alrededor de un millón. Es la mayor base de datos científica del mundo, con información de unos 30 millones de sustancias, 27 millones de documentos y 12 millones de reacciones químicas.

Chemical Abstracts nació con la misión de difundir resúmenes de toda la literatura mundial en química, incluyendo la química industrial. E incluyendo también las patentes, lo que siempre ha distinguido a CAS frente a otros repertorios similares. Desde mediados del s. XX se convirtió en la fuente bibliográfica internacional por antonomasia en el sector químico, al desaparecer diversos índices y boletines de resúmenes que se publicaban en Europa. A lo largo de toda su historia CAS ha tenido gran éxito comercial, con una fuerte orientación e implantación en la industria químico-farmacéutica, las empresas privadas, lo que ha marcado su filosofía de trabajo.

En 1965 Chemical Abstracts empezó a desarrollar Registry, un archivo de sustancias con el que no sólo ofrece datos sobre sus propiedades, características y la documentación asociada, sino que ha establecido una identificación unívoca de los compuestos, frente a la complejidad y ambigüedad de la nomenclatura química. El CAS Registry Number es usado universalmente como código estandard de las sustancias. Registry abrió paso a la representación y recuperación electrónicas de información química mediante gráficos de las estructuras y subestructuras moleculares. Desde 1993 Registry incluye biosecuencias de los polímeros biológicos.

CAS creó en 1983 en colaboración con FIZ Karlsruhe (Fachinformation Zentrum) el distribuidor de información electrónica STN International A mediados de los 90, puso en marcha SciFinder, un servicio pionero en la búsqueda amigable de documentación química, dirigido a los científicos, que ya no necesitan recurrir tanto a documentalistas para consultas complejas. En 1997 empezó a funcionar ChemPort, un proveedor de documentos primarios también de CAS.

Las elevadas tarifas de SciFinder para el mundo académico, el control suspicaz sobre su uso en las bibliotecas, la radical oposición a toda forma de acceso abierto y la defensa agresiva de su cuota de mercado han erosionado la imagen de CAS, haciéndole aparecer como un resistente del Antiguo Régimen. Es célebre su polémica con los NIH por su base de datos abierta PubChem, sobre moléculas de interés biológico. Como sucede a todos los editores secundarios, que ofrecen servicios de gran calidad y coste, y a otros mediadores de la comunicación científica, su posición está amenazada en el nuevo escenario de internet, pero CAS responde tal vez con más rigidez que habilidad adaptativa. Sobre todo esto, recomiendo leer el artículo de David Flaxbart, una esclarededora reflexión sobre el pasado y la actual encrucijada de CAS, que ayuda a comprender muchas cosas.

Pese a todos los claroscuros y posibles pecados, Chemical Abstracts es una obra intelectual digna de admiración, uno de los principales motores de la técnica y la tecnología documental y un hito de la historia reciente de la ciencia y de la industria.

P.S. 20-10-07:  En un artículo publicado en El Profesional de la Información trato con mayor detenimiento lo comentado en este post.


Biblioteca Electrónica de C. y T.

18 May 2007

Una manifestación del poder replicador de la información (de su naturaleza viral) es que en un país tan tradicional y crecientemente, por otra parte, desorganizado como España se pueda llegar a poner en pie un sistema de acceso a miles de revistas científicas (y bases de datos), abierto a toda la comunidad investigadora. Me refiero a la Biblioteca Electrónica de Ciencia y Tecnología (BECYT) que promueve por encargo del MEC la FECYT.

No es seguro que se consiga, por supuesto. Ya el año pasado se aseguró que la BECYT estaría disponible en 2007, y este año se afirma que será a comienzos del próximo. Puede que los demonios de la complejidad (financiera, política, burocrática…) bloqueen una propagación tan abierta del conocimiento científico por estos pagos. Pero el mero hecho de que el asunto sea posible, en un contexto tan hostil, atestigua la fuerza expansiva de la información.

Según una reciente presentación de la FECYT, en un seminario sobre el tema, dentro de un naturalmente alambicado sistema de aportaciones, negociaciones, asociaciones y acuerdos por las partes contratantes de la primera parte y las sucesivas partes, en una primera fase (2008) se contratarían las revistas electrónicas de Elsevier, Blackwell-Wiley, Springer-Kluwer, Taylor & Francis, Sage, Nature y Science. ¿Unos 5.000 títulos? En una segunda fase se estudia abordar el acceso a Emerald, JSTOR, ACS, ACM, AIP, IEEE, IoP, RSC, Lippincott… Puede leerse otro informe similar del mismo autor, José Manuel Báez, y también un comentario al respecto en el blog de SEDIC.

Desde mi perspectiva, ¿qué significaría la Biblioteca Electrónica de Ciencia y Tecnología si prosperase? (i) La información científica de estos grandes editores consolidaría su proliferación entre los científicos españoles; (ii) estos tendrían un acceso mucho más cómodo y abierto a los contenidos de dichos editores, un volumen enorme de documentación; (iii) las bibliotecas científicas y académicas quedarían liberadas de importantes responsabilidades de mediación en la comunicación científica; (iv) España se homologaría con países como el Reino Unido, Portugal y otros muchos, que caminan por delante a lo largo de la senda del super-big deal.


TechXtra, un metabuscador

15 May 2007

TechXtra es un producto más de la excelente factoría Herriott-Watt University Library, que impulsó la Edimburgh Engineering Virtual Library (EEVL) hasta su integración en Intute hace tiempo. TechXtra es un metabuscador de uso gratuito que permite en la actualidad buscar información, simultáneamente y de forma muy sencilla, en unas 30 diferentes bases de datos y recursos disponibles en la red, del ámbito anglosajón (Reino Unido, Australia, EUA, etc.) Asegura incluir unos cuatro millones de documentos y funciona desde hace un año, más o menos.

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TechXtra está orientado básicamente a la Ingeniería, las Matemáticas y la Computación. Entre las fuentes de información más importantes que rastrea están: ArXiv, CiteSeer, NDLTD, el catálogo COPAC, el Intute Repository Search (50 repositorios del Reino Unido), las revistas de IoP, DOAJ, Project Euclid, etc. En algunas de las fuentes, no obstante, lo que se consulta es el segmento de las mismas que tiene que ver con los temas de TechXtra. En muchos casos los textos completos están disponibles gratuitamente y en otros, según la fuente de información de que se trate, son de pago.

El tipo de documentos e información que abarcan los recursos en que TechXtra busca es también sumamente variado: libros, revistas, artículos, informes, tesis, materiales docentes, e-prints, páginas web, videos, etc. TechXtra también proporciona contenidos extra, como una serie de revistas y boletines comerciales, servicios de anuncios y noticias de la industria, ofertas de empleo, patentes y estándares a través de GlobalSpec, etc.

La recuperación en TechXtra es simple, al estilo Google. Se puede restringir por tipo de documentos. Las búsquedas se ejecutan con rapidez, y los resultados se presentan de manera clara y cómoda, distribuidos según los diversos recursos en que se obtienen. Al final, remiten al contenido original en cada base de datos fuente. 

TechXtra es una herramienta muy interesante para los campos que cubre, aunque en mi opinión agrega fuentes demasiado distintas por tipología, calidad y alcance como para competir con las bases de datos por separado, donde la recuperación es más precisa. Pero es una puerta común que conecta con los recursos, está en crecimiento y evolución, y resulta un servicio muy prometedor que conviene tener en cuenta para la internet profunda.

Un comentario más amplio sobre TechXtra, titulado The long tail of information technology puede leerse en el Sci-Tech Library Newsletter de Stanford University.


Pocas patentes universitarias

12 May 2007

La principal conclusión con que me quedo del estudio de González-Albo y Zulueta es que en la época analizada, de 1980 a 2000, las universidades españolas solicitaron muy pocas patentes, aproximadamente una por universidad y año como media. Eso sí, sus solicitudes han ido aumentando poco a poco a lo largo de ese periodo y parece que también en los años posteriores al 2000.

Pero no me parece un dato sorprendente o difícil de explicar. Los propios autores señalan que patentar ha estado poco valorado «dentro de las políticas de evaluación y de incentivos de la investigación», para empezar. Hace muy poco que las patentes en explotación son tomadas en consideración por la CNEAI. Aunque desde los años 80 se ha fomentado la investigación científica y técnica en la universidad, ello se ha traducido en un incremento notable de la producción de artículos y papers, y también seguramente de la investigación simplemente contratada, pero no de las patentes.

La actividad de patentar supone adoptar una posición activa, por parte de la organización y/o del inventor, en la gestión económica y comercialización del conocimiento generado. Y en los ambientes universitarios patentar entraña una cierta complejidad, por el carácter singular de las instituciones académicas en cuanto a la ordenación de sus recursos humanos: libertad de cátedra, estatus funcionarial, débil estructura de gobierno y gestión…

Sólo recientemente va apareciendo también en España la figura de la universidad emprendedora, capaz de intervenir en el mundo de los negocios con su capital intelectual, y por tanto agente activo en la llamada economía del conocimiento.


Internacionalizar lo nacional

10 May 2007

La FECYT está promoviendo un plan de medidas para aumentar la visibilidad internacional de las revistas científicas españolas. Nada que objetar al respecto. Sin embargo, me parece a mí que cuando se habla de estos temas, no digo que en esta ocasión, se cae a menudo en una cierta confusión conceptual. Sería el caso de pretender hacer internacionales las revistas nacionales. Porque una cosa es el lugar en que se publican y otra la audiencia a la que se dirigen.

Dicho esquemáticamente, hay dos clases de revistas, igualmente dignas y legítimas, ninguna de las cuales vale más que la otra:

  • Las de alcance internacional sirven para la comunicación en el seno de comunidades científicas extendidas por el planeta, con miembros en muchos o todos los países. Por tanto, se publican en cualquier lugar, pero en la lingua franca actual, el inglés. Muchas revistas de ciencias físicas, naturales, medicina y tecnología son de este tipo.
  • Las de alcance nacional, regional o local sirven para la comunicacación dentro de comunidades científicas menos dispersas, concentradas en ámbitos más reducidos. Se publican en cualquier lugar y en cualquier idioma, el de la comunidad científica correspondiente. Muchas revistas de humanidades y ciencia social son así.

Las revistas internacionales seleccionan contribuciones de autores de todo el mundo, tienen comités editoriales con miembros de todo el mundo y tratan sobre asuntos que interesan a investigadores de todo el mundo. Suelen, ciertamente, publicarse más en los países que vienen dominando en el campo de la ciencia desde antiguo, desde el siglo XVII tal vez, y en los que por consiguiente ha florecido la industria de la edición científica. Por ejemplo, Holanda, y otros. Porque la edición científica, además de estar influida por los fenómenos de la globalización o de la innovación tecnológica, es expresión de una tradición científica y de la fortaleza de grupos de investigadores deseosos de dotarse de un medio de intercomunicación. Pero revistas internacionales, insisto, pueden publicarse en cualquier parte. En España, haberlas, haylas, también.

Dónde esté el servidor que aloja los contenidos digitales de una publicación internacional tiene una importancia relativa hoy en día, yo creo. Pero, desde luego, un núcleo de científicos, informalmente o como asociación, puede impulsar en cualquier país una publicación internacional. Aunque en un lugar sin tradición científica tengan que vencer, para competir en el escenario global, la inercia del pasado, el asunto depende de los investigadores, de su fuerza, ánimo y convicción.

Los poderes públicos también podrían motivar a los investigadores a publicar en revistas del país, a través de los criterios de evaluación curricular y recompensa. Pero esta forma de romper el círculo vicioso de la edicion de revistas es tramposa con el ciudadano.


Un siglo de política científica

8 May 2007

Hace justo cien años, en 1907, se fundó en España la JAE, la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas. Su creación y su actividad supusieron que el Estado acometía por primera vez de forma sistemática una política pública orientada a promover la ciencia y la tecnología, y con ello a modernizar el país. Se intentaba superar el retraso frente a otras naciones europeas, sacar a España de su inferioridad y aislamiento históricos, puestos de relieve en especial en 1898. Fue también un intento regeneracionista, heredero del espíritu de la Institución Libre de Enseñanza.

La JAE estuvo presidida por Ramón y Cajal, hasta su fallecimiento en 1934, y gestionada por José Castillejo como Secretario. Creó o asumió numerosos centros e instalaciones científicas, como el famoso Instituto Rockefeller. Pero, sobre todo, acometió una decisiva política de formación de investigadores mediante becas para estancias en el extranjero. Con la Guerra Civil la Junta fue desmantelada y con su infraestructura el gobierno franquista creó el CSIC, en medio de la más completa devastación intelectual (entre otras devastaciones).

Los resultados de la Junta para Ampliación de Estudios fueron espléndidos, y contribuyeron a la llamada Edad de Plata de la cultura española, el primer tercio de siglo XX. Seguramente por primera vez muchos investigadores españoles se trataron de igual a igual con los de países más desarrollados, y España evolucionó en un clima intelectual abierto y creativo. Además de Ramón y Cajal, premio Nobel en 1906 e influyente modelo para todos, estuvieron de una u otra forma vinculados a la JAE, o al ambiente científico que la rodeaba, investigadores que merece la pena recordar, pues muchos de ellos sufrieron el exilio o el olvido de diferentes maneras: físicos como Blas Cabrera, Miguel Catalán, Arturo DuperierJulio Palacios; químicos como Enrique Moles; ingenieros como Leonardo Torres Quevedo, Esteban Terradas o Emilio Herrera; médicos como Pío del Río Hortega, Gregorio Marañón, Severo OchoaJuan Negrín y Nicolás Achúcarro; el matemático Julio Rey Pastor, o biólogos como Ignacio BolívarAngel Cabrera.

La Junta para Ampliación de Estudios, como sus prohombres, bien se merece por tanto un centenario. Fue un instrumento clave en uno de los últimos intentos de los españoles por construir un país sólido, moderno, similar a los europeos; intentos que en el transcurso de la historia, por lo visto, cada cierto tiempo se repiten y fracasan.

Entre otros muchos sitios, puede leerse sobre la JAE y su época en:


Métrica de la información

6 May 2007

Los análisis métricos de la información, como muchas cosas en tiempos revueltos, tienen la mala suerte de configurarse como un saber con demasiados nombres: bibliometría, informetría, cibermetría, cienciometría… Está claro, sin embargo, que consisten en el uso de las matemáticas para el estudio cuantitativo de las dinámicas informacionales, esto es, de la producción y reproducción de memes. Con particular interés, investigan la información validada como conocimiento científico, que es la más relevante desde el punto de vista socioeconómico y la más cualificada desde una perspectiva epistemológica.

Los estudios métricos sobre la información son imprescindibles para la evaluación a posteriori de la ciencia, y por tanto para la gestión de la investigación y las políticas científicas: para planear, adoptar o justificar decisiones. Ello es así a pesar de un cierto exceso o abuso de los análisis de impacto empleados como rankings de audiencia. La métrica de la información es también necesaria como parte de las técnicas, trabajos y servicios de documentación (selección y tratamiento de registros del conocimiento). Pero, además, me parece que es un instrumento fundamental para enfocar científicamente los estudios sociales de la propia ciencia, dirigiéndolos al descubrimiento riguroso de la realidad: porque hace falta una ciencia de la ciencia tan alejada de cualquier discurso irracionalista o espiritualista, como independiente de la propaganda o ideología cientificista. Toda «guerra de la ciencia» debería ser, por tanto, entre iguales.

Así pues, en un mundo repleto de información y donde la tecnociencia es la principal fuerza productiva, creo que la métrica de la información tiene por delante un futuro brillante, es una ciencia o una herramienta científica tremendamente necesaria.

En España conozco dos blogs muy recomendables donde seguir la actualidad de esta disciplina:

  • Bibliometría, de Álvaro Roldán, con año y medio de recorrido ya, incluye noticias y comentarios acerca del panorama español e internacional, escruta el ISI y su mundo entre otras cosas, y recopila abundantes enlaces y bibliografía.
  • ec3noticias, del Grupo de Evaluación de la Ciencia y la Comunicación Científica de la Univ. de Granada, dirigido por Evaristo Jiménez Contreras (grupo responsable de IN-RECS), también con año y medio de contenidos, de muy diverso tipo.

ChemFinder, buscador químico

4 May 2007

ChemFinder.Com es un servicio de bases de datos químicas que tiene contenidos abiertos y otros mediante suscripción. Pertenece a la empresa CambridgeSoft, que se dedica también a información en ciencias de la vida y vende productos científicos (SciStore: software, material, etc.)  ChemFinder.Com cubre cuatro áreas: datos de sustancias, catálogos comerciales, reacciones y seguridad químicas. No es una fuente de información bibliográfica, sino sobre compuestos y procesos. Y es preciso registrarse aun para los contenidos gratuitos.

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La principal base de datos abierta es ChemFinder como tal. En ella se pueden buscar sustancias por sus múltiples nombres químicos, por su fórmula o peso molecular, por número CAS y también mediante diagramas estructurales (con un plugin o applet que se proporciona, ChemDraw). ChemFinder es útil y fácil de manejar. Proporciona la estructura de las sustancias, sus propiedades básicas y muchos enlaces a otros sitios web sobre sus diversos aspectos: sanidad, seguridad (MSDS), regulaciones, otras propiedades, usos terapéuticos, datos bioquímicos, visualización de estructuras 3-D mediante plugins como Jmol o Chime… ChemFinder funciona, pues, como un buscador, que además de su propia información indiza otros muchos sitios web y bases de datos públicas, a los que remite desde la descripción básica de cada sustancia, lo que es uno de sus puntos fuertes frente a otras fuentes tradicionales.

ChemIndex es la versión profesional de ChemFinder, mediante suscripción, sin publicidad. Suministra más resultados (ChemFinder solo muestra los 25 primeros) y permite exportarlos, así como conectar directamente con los provedores comerciales para comprar los productos. También ofrece la información de la base de datos del National Cancer Institute.

En ChemFinder.Com, el catálogo de productos y proveedores comerciales, ya citado en el post Catálogos químicos, es ACX, Available Chemical Exchange. Tampoco es gratuito, aunque aparecen enlaces a sus datos en la descripción básica de cada sustancia. Otro tanto ocurre con la información del Merck Index, incorporada a las búsquedas para quien lo tenga suscrito.

En cambio, puede consultarse libremente la base de datos de reacciones químicas Organic Syntheses, que informa sobre procesos de preparación de compuestos orgánicos, y en la que se pueden hacer búsquedas estructurales, textuales, y mediante índices. Recoge el contenido de más de 80 anuarios publicados por Wiley sobre el tema.