Una de las maneras más típicas en que los homosapiens intentan ordenar el caos de sus sensaciones y organizar sus vidas o su historia es figurarse que atraviesan etapas, épocas, periodos, edades… Les encanta intentar entender el despliegue de los sucesos en el tiempo, individual o colectivamente, como un transcurrir de fases y momentos que siguen una secuencia lógica, racional.
Esto ha sido así al menos desde que se inventó el sentido de la historia, desde que se descubrió que las cosas no permanecen inmutables o se repiten circularmente y se empezó a imaginar que se encaminan entonces hacia algún fin, siguiendo un itinerario que casi siempre ha sido visto con optimismo, como de gradual mejora…
Pero en la visión del mundo ahora dominante esto se ha acentuado o acelerado bajo la influencia catalizadora de las TIC: cabalgamos hacia el futuro al galope, superando fronteras continuamente, conquistando nuevos territorios con frenesí. Siempre hacia adelante, proa al mañana, a favor de la corriente, quemando etapas, dejando atrás el pasado. Avanzando, inaugurando, pioneros, …
Todos los años, o todos los meses, o todos los días, se cierra una época y amanece un nuevo mundo, con sus retos, pero cargado de esperanza. Y siempre hay quien lo descubre, perspicaz, y lo da a conocer: se ha acabado la época de no se qué, entramos en la de no se cuál. Y entonces todos lo comprendemos todo mucho mejor. ¡Ah!, era eso, hemos superado otra frontera …
Afortunadamente, el progreso ayuda al progreso y la numeración de las versiones de los programas informáticos se aprovecha ahora para codificar secuencialmente las etapas de la cultura, la tecnología, la industria y la vida toda casi. Igual que la nueva release de cualquier programa tiene más prestaciones, es más potente y más fácil de manejar, así la civilización progresa en todas sus dimensiones, a impulso y semejanza del cambio tecnológico: inexorable y organizada.
Mucha fama tiene lo «2.0», que vale para todo y es buenísimo en todos los casos, habiendo dejado obsoleto aquel viejo mundo «1.0», al que ni siquiera llamábamos así. Lo que yo me pregunto, anhelante ya, después de tanto tiempo escuchando sobre lo «2.0», es ¿cuándo vamos a pasar a lo «3.0», que se me hace largo? ¿No va el asunto un poco demasiado despacio?