Universidades de aquí para allá

23 abril 2009

Transcurrido un año desde la creación en España de un Ministerio de Ciencia e Innovación integralmente competente en todo el entramado científico-académico (incluyendo, incluso, la tecnociencia sanitaria), tocaba que el péndulo oscilara, y acaban de desmantelar la mitad del organismo devolviendo las universidades al seno tradicional del Ministerio de Educación.

Claro, que el cambio no obedece sin más a las leyes de la mecánica de medios continuos, sino a las de la prudencia política. A la ministra del ramo,  emprendedora y enérgica, parecía írsele de las manos el asunto «Bolonia». Lo había cocinado y servido quizás con poco tacto, con escasa paciencia. Y era menester reconducir el proceso, trayéndolo más cerca de casa, para que lo preparen los de dentro, los que saben de ello, los de siempre. Porque gobernar las diversas clientelas universitarias exige una finura casi vaticana.

De este modo, el sector de los «académicos», que quedaron un tanto desplazados con la creación del MICINN, recuperan parte del control perdido, al menos sobre las propias universidades, ya que no sobre la política de investigación.

Sin embargo, esta oscilación pendular supongo que será meramente táctica. Lo más probable es que en cuanto el Espacio Europeo de Educación Superior se consolide y las aguas vuelvan a su cauce, hasta la siguiente reforma global de las enseñanzas universitarias, las competencias en la materia retornen a un Ministerio como el de Ciencia e Innovación o similar.

Apostar por la coherencia es arriesgado en España, pero pienso que la lógica tecnocientífica acabará por imponerse, aunque sea con titubeos, y, como decíamos, de acuerdo con las ideologías y tendencias económicas dominantes en el mundo, lo natural es que todo el complejo científico-industrial llegue a gobernarse políticamente desde el mismo organismo. Ello favorece que las universidades estén más cerca del sistema productivo, para que puedan proporcionar oportunidades de negocio y mano de obra (re)adiestrada.

Entretanto, lo urgente es vender mejor las reformas. …Y otra vez a poner patas arriba las webs ministeriales, recién organizadas.


El empuje de la vida

23 febrero 2009

Aubrey de Grey es al parecer un famoso y polémico biólogo experto en envejecimiento, convencido de que es técnicamente factible prolongar la vida humana de manera casi indefinida. No se sabe cuánto de visionario o iluminado puede haber en sus controvertidas propuestas. Pero no es esto lo que me interesa, sino el tono y respuestas de una breve entrevista que le hicieron en el diario Público el 18 de febrero pasado, en una visita a España.

Ante las reservas expresadas por el entrevistador («Sus teorías generan mucha polémica en la comunidad científica»), de Grey le aclara decidido: «No es una teoría, es pura ingeniería». La conversación termina con estas preguntas y respuestas:

P: Si nuestra especie deja de envejecer y, por tanto, deja de morir… ¿habrá sitio en el planeta para tanta gente?
R: Esa es una preocupación razonable. Sin embargo, esa posibilidad no es una razón suficiente para abandonar esta investigación. Hace 150 años descubrimos que la higiene podía salvar a muchísimos recién nacidos. Uno de cada tres niños moría en el primer año.
P: ¿Significa eso que tendrían que haber mantenido la falta de higiene para que no sobrevivieran tantos bebés?
R: Ahora tenemos que plantearnos lo mismo y optar por salvar vidas.

La actitud del científico, ingeniero o, por ser más exacto, del aspirante a emprendedor de la prolongación vital, es digna de análisis, más allá, como digo, de la sensatez o rigor de sus ideas concretas:

  • La explotación de un conocimiento o tecnología no se evalúa en relación a contextos amplios de conocimientos o valores. Ahora tendríamos que hacer como si ignorásemos algo cuya gravedad se desconocía hace 150 años (la escasez de recursos por la superpoblación), para juzgar aisladamente como un bien la prolongación individual de cada existencia humana.
  • Para de Grey, incluso aunque pueda admitirse una preocupación «razonable» por problemas de más amplio alcance o a más largo plazo, ello no basta para suspender una investigación, si, por ejemplo, se puede argumentar que hay beneficios concretos e inmediatos («salvar vidas» lo llama).
  • La perspectiva de su investigación no es la de abordar un problema existente y reconocido como tal. Al principio de la entrevista de Grey intenta justificar que la medicina luche contra el envejecimiento, pero es obvio que convertirlo en enfermedad o problema es sobre todo un asunto de innovación industrial, que busca crear necesidades, productos, mercados y clientes.
  • En términos muy generales, la conversación trasluce el imparable empuje de la vida como palanca de la investigación y del conocimiento, bien que lo veamos bajo la forma de instintos biológicos de supervivencia, bien bajo la de intereses económicos de la industria (el negocio de la supervivencia). 

Este del elixir de la eterna juventud es en conjunto un buen ejemplo, siquiera hipotético, de las dificultades que habría para limitar la investigación, la expansión del conocimiento, apelando a fines, valores o intereses muy abstractos o generales.


«El carnaval de la tecnociencia»

17 diciembre 2008
  • Lafuente, Antonio. 2007. El carnaval de la tecnociencia: Diario de una navegación entre las nuevas tecnologías y los nuevos patrimonios. Madrid: Gadir.

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Hace ya mucho tiempo, escribí una entrada sobre Tecnocidanos, el blog de Antonio Lafuente. El carnaval de la tecnociencia es un libro suyo que recoge parte de los contenidos del blog. Lo que entonces decía, expresado de una u otra manera, lo sigo pensando en buena medida ahora del libro.

Los textos de Antonio Lafuente son tremendamente interesantes, sugerentes e instructivos. Maneja y transmite miles de claves y referencias sobre autores, textos, noticias y datos… Ofrece una visión perspicaz de la ciencia, la cultura y la tecnología contemporáneas, reuniendo bajo un enfoque poliédrico diversos movimientos, tendencias y factores del presente. Su obra es comprometida y provocadora: expone sus ideas con entusiasmo contagioso (casi yo diría: del que uno envidiaría sentirse contagiado).

Con vehemencia militante, el blog y el libro defienden el procomún, la economía del don, lo abierto (open source, open access, etc.), la cultura hacker, la participación social en la ciencia, el saber profano, las nuevas formas de ciudadanía y autoridad… y combaten la privatización del conocimiento, la ciencia como negocio, las perversiones de la tecnociencia …

Lafuente tiene razón y comparto sus posturas de buena gana muchas veces. Pero el optimismo utópico o antropológico con que piensa que los homosapiens pueden valerse de la tecnología para hacer un mundo mejor, me pone algo nervioso (a lo peor es eso, envidia). Esa confianza en el poder emancipador de la tecnología rectamente encauzada por conciencias ilustradas/iluminadas…

Ahora, en todo caso, El carnaval de la tecnociencia es un libro (como Tecnocidanos un blog) que debe ser leído. Incluso por parte de los descreídos, por lo mucho que se puede aprender en él.

Una reseña importante de la obra en cuestión es de Javier Echeverría: Tecnociencia contemporánea: del conocimiento científico como bien común.


Límites de la investigación

22 noviembre 2008

Leyendo algunas noticias o atendiendo a debates recientes sobre la ética de la investigación científica o el desarrollo tecnológico, sobre lo que se debe y no se debe hacer, vuelvo a recordar la naturaleza inexorablemente prometeica (o frankensteiniana) de los homosapiens, de la que escribía hace tiempo.

En realidad las noticias y debates son constantes: el uso de materiales y dispositivos nanotecnológicos, el desarrollo y cultivo de plantas y organismos modificados genéticamente, la investigación con células madre, la producción selectiva de embriones o criaturas de nuestra especie con fines terapéuticos o de otro tipo, etc. Aunque tan diferentes, todos son casos que despiertan enconadas discusiones sobre la conveniencia social y los límites morales, políticos, etc. del conocimiento y la técnica… Feas palabras: límites, prohibiciones, censuras… que suenan mal a los oídos contemporáneos.

En caso de que se quisiera, creo que sería difícil, a largo plazo, poner restricciones eficaces a la investigación y al desarrollo de la tecnología. Constitutivamente, los sistemas neuronales de los homosapiens, y mucho más ahora con el complemento de la computación artificial (masiva, reticular y ubicua) son un medio en el que la información y el conocimiento evolucionan y se propagan de forma enérgica. Si esta característica natural se refuerza porque existen incentivos o catalizadores como el lucro, el bienestar, la seguridad o la supervivencia inmediatas, entonces la investigación, la depuración de la información, es probable que avance con fuerza, por muchas cortapisas que se introduzcan. Otra cosa es que los mercados no demanden determinadas novedades. (O que, a sabiendas de todo esto, se juzgue necesario, a pesar de todo, intentar las restricciones, en alguna medida).

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La pasión de la curiosidad hasta el extremo no sólo está representada en el mito griego de Prometeo o en la creación romántica del Doctor Frankenstein de Shelley. También, por supuesto, figura en el mito judeocristiano del Árbol de la ciencia del bien y del mal.

Este árbol tenía el único fruto prohibido del Paraíso, pero estoy convencido de que Dios sabía perfectamente que el hombre y la mujer acabarían comiendo justo de él, asegurándose en consecuencia a la larga una vida esforzada y penosa: que estaban destinados a esa elección.


MICINN, instrumento económico

17 agosto 2008

Hace años, gobernando en España otro partido político, se creó un Ministerio de Ciencia y Tecnología que duró poco tiempo. Aparte de la función propagandística de la iniciativa, en buena medida se trataba de dirigir el sector de la investigación desde los ámbitos políticos responsables de la economía, la industria y las empresas. Creo que no sólo fue una experiencia breve, sino también tímida, confusa y hasta caótica, quizá insatisfactoria precisamente porque se quedó corta en sus planteamientos.

Al conseguir el poder en 2004 un partido político distinto, no se continuó avanzando en esa dirección, sino que el nuevo gobierno restauró el orden tradicional de las cosas, devolviendo la investigación al como siempre Ministerio de Educación y Ciencia. De esta manera, los «académicos» retomaron el control principal de la política científica, dejando para el Ministerio de Industria las subvenciones a las empresas para innovar y esas cosas…

Pero hete aquí que, victorioso de nuevo tras las últimas elecciones generales de marzo pasado, el mismo partido gobernante (caído del caballo, supongo) ha virado 180 grados, retornando al rumbo anterior, pero en esta ocasión a toda vela hacia la (así llamada) economía del conocimiento. Ahora, con mayor coherencia y determinación, han pasado a depender del recién estrenado Ministerio de Ciencia e Innovación (MICINN), un departamento esencialmente económico, hasta las universidades y por supuesto prácticamente todo lo que tenga que ver con la I+D+i, muchos OPIs y demás. Incluso (cielos) el Instituto de Salud Carlos III y el CDTI se han traspasado al MICINN.

A pesar de la encomiable labor desarrollada por el anterior Secretario de Estado de Universidades e Investigación, los «académicos» han sido despojados del poder científico (estarán, presumiblemente, recelosos). Ahora lo ejercen, parece, los científicos emprendedores, con una científica-empresaria a la cabeza para dar ejemplo. Y biotecnóloga, para simbolizar mayor contundencia modernizadora. ¿En la órbita, por más señas, del nuevo ministro de Industria, Comercio y Turismo?

Dejando otra vez al margen la dimensión propagandística del cambio, asociar la ciencia con la industria, por un lado, y el Ministerio de Educación con las políticas sociales, por otro, es una agrupación más acorde con el espíritu de los tiempos, a favor de las ideologías y las tendencias económicas dominantes en el mundo. De acuerdo con ellas, es normal que las universidades estén vinculadas al aparato productivo, como generadoras de oportunidades de negocio y suministradoras de mano de obra para la sedicente nueva economía.

Algunos aún no comprenderán que la labor científica es un asunto de economía y producción industrial. Pero se ha adoptado en España la solución natural y lógica para configurar la investigación como una fuerza productiva, fuente de riqueza y de poder: consolidar la industrialización de la ciencia en el aparato político, promover una ciencia post-académica (Ziman), donde los investigadores sean empleados… Y propagar y legitimar pedagógicamente ante la sociedad la ideología de «saber es poder», como decía, creo, un francés del siglo XIX anticipándose a los designios de la tecnociencia.


IN-RECS e IN-RECJ

10 agosto 2008

Hace ya varios años que funciona el Índice de impacto de revistas españolas de ciencias sociales IN-RECS, del que después se ha segregado también el Índice de impacto de revistas españolas de ciencias jurídicas IN-RECJ. Ambos son elaborados y mantenidos por el Grupo de investigación de Evaluación de la Ciencia y la Comunicación Científica EC3, de la Universidad de Granada, con el objetivo de determinar la relevancia e influencia científica de las revistas, artículos, autores e instituciones españolas en ramas del saber científico-social.

IN-RECS e IN-RECJ proporcionan, pues, información bibliométrica susceptible de usarse para evaluar la producción científica en unas áreas temáticas donde la investigación se realiza en el seno de comunidades científicas nacionales más que internacionales (salvo, quizá, en Psicología o Economía); unas áreas, por tanto, donde los instrumentos bibliográficos y métricos de la ciencia globalizada (Web of Science, Scopus, etc.) no son de plena aplicación.

La idea de IN-RECS e IN-RECJ  no ha podido ser más acertada y oportuna en un momento en el que la evaluación métrica de la ciencia es una actividad que se intensifica con las políticas públicas de investigación y el desarrollo de la sociedad tecnocientífica. IN-RECS e IN-RECJ compensan de algún modo a los especialistas españoles en ciencias sociales y son herramientas de medida útiles para los gestores y evaluadores académicos y científicos.

El alcance de IN-RECS e IN-RECJ  en cuanto a prestaciones y contenidos es ambicioso: ofrecen abundante información, ya de once años el primero y de seis el segundo. Como cualquier base de datos de este tipo, parten de una selección de revistas citantes, elegidas como principales en cada sector. Estas revistas fuente son unas 200 entre los dos índices, y constituyen la base para medir el impacto de unos 900 títulos en total.

Para la complejidad de los datos que suministran IN-RECS e IN-RECJ se agradecería que la interfaz de consulta fuera más clara y autoexplicativa. Proporcionan prolijos detalles sobre la justificación y metodología del proyecto, pero algunos aspectos y conceptos que uno se tropieza al utilizarlas carecen de suficiente orientación o asistencia. La extensa «Ayuda» es un tanto rudimentaria. Diríase que IN-RECS e IN-RECJ parecen un poco más enfocadas al bibliómetra que al usuario investigador.

La oportunidad de la iniciativa de IN-RECS se pone de manifiesto en la proliferación de plataformas similares (RESH, DICE, MIAR, etc.), con los mismos o parecidos propósitos, casi todas financiadas con cargo a proyectos de investigación particulares. Acerca de tal proliferación, un fenómeno típicamente español por otra parte, escribe Elea Giménez-Toledo en un artículo de ThinkEPI .

Como curiosidad, según IN-RECS las medias de citas por artículo para el periodo 1994-2006, por áreas temáticas, son:

  • Antropología: 0,50
  • Biblioteconomía y documentación:  0,21
  • Ciencia política y de la administración:  0,20
  • Comunicación:  0,13
  • Economía:  0,37
  • Educación:  0,27
  • Geografía:  0,31
  • Psicología:  0,65
  • Sociología:  0,22
  • Urbanismo:  0,50

«The University of Google»

8 julio 2008

Con la secundarización de la enseñanza superior es natural que surjan críticas y protestas, como las que se producen en otros niveles del sistema educativo (el Panfleto antipedagógico, por ejemplo). Así, este libro de Tara Brabazon constituye una denuncia implacable contra la degradación de la enseñanza universitaria. Es, también, un alegato apasionado a favor de una educación y una universidad de calidad, comprometidas con los estudiantes, con el conocimiento, con la justicia social y con la comprensión intercultural.

Tara Brabazon cree que la causa principal de los problemas reside en unas políticas educativas y universitarias equivocadas, lo que se manifiesta en aspectos como los siguientes:

  • Los estudiantes carecen de una critical literacy que les permita interpretar y contextualizar de manera inteligente, creativa y personal la avalancha de información. Sólo poseen habilidades de operational literacy para la codificación y decodificación tecnológicas, basadas a menudo en la replicación.
  • Triunfa una concepción empresarial de la universidad, en cuanto a sus procedimientos (industrialización, managerialism) y en cuanto a sus fines (mercados de la enseñanza, rentabilidad económica).
  • Los estudiantes son vistos como clientes, consumidores a los que seducir con comodidades y ofertas «a la carta» que destruyen la capacidad de intervención educativa en su favor, que requiere orden y rigor, reglas y límites.
  • La universidad se somete a las necesidades a corto plazo de los volátiles mercados de trabajo, que demandan mano de obra adaptable, con destrezas cambiantes (lifelong learning), y no tanto personas intelectualmente rigurosas y capaces.
  • La educación se reduce a destrezas, habilidades y competencias, se orienta al entrenamiento profesional y al reciclaje laboral en lugar de al conocimiento y a la formación integral.
  • La tecnología educativa se aplica con frivolidad, como un fin en sí misma, al margen de su validez o interés pedagógico reales. Es un factor de marketing y de gestión y un exponente de la ubicua avidez por los cambios (estén o no justificados racionalmente).
  • La universidad no sólo no suple los déficits intelectuales con que los alumnos llegan a ella, sino que no está comprometida como debería a favor de la igualdad social y la tolerancia ante la diversidad.

Tara Brabazon, no obstante, por su vehemencia, quizá encomienda demasiadas funciones al órgano cuya depauperación denuncia de forma tan incisiva. Por mi parte, se me ocurren estas reflexiones:

  • Se está extendiendo a la universidad la problemática general de la educación, y gran parte de las dificultades de aquélla se deben al resto del sistema educativo y a las tendencias de la sociedad en conjunto, más allá de las políticas concretas.
  • El poder de las TIC y los media, que favorecen el masivo contagio viral de contenidos, desborda la educación, anula su capacidad de intervención, mucho más parsimoniosa. Tampoco está claro que la pedagogía sea una tecnología sociocultural suficientemente fiable.
  • La universidad, como parte de la industrialización de los servicios, se configura ciertamente como una fuerza productiva más del nuevo modo de producción, contra lo que Tara Brabazon se rebela.

Una sociedad del conocimiento con una educación degradada, que no forma individuos creativos y críticos, representa una paradoja. A menos que lo que propagandísticamente se proclama como sociedad del conocimiento no sea sino una «inteligencia de enjambre» basada en la hipertrofia y aceleración informacional que provocan las TIC, donde unos pocos innovan y crean y la masa replica y copia sin pensar demasiado («Clicking replaces thinking», dice Brabazon).


El 1,2 % y el PIB en descenso

5 diciembre 2007

Según los resultados provisionales correspondientes a 2006 de la Estadística sobre actividades de I+D publicados por el INE hace poco (nota de prensa [pdf]), el gasto español en investigación y desarrollo ascendió el pasado año a 11.800 millones de euros, lo que supone un 1,20 % del PIB nacional y representa un incremento del 16 % respecto a 2005, cuando el gasto en I+D fue un 1,12 % del PIB. Por el origen de los fondos (y no por la ejecución), en 2006 un 47,13 % de este gasto ha correspondido a las empresas, frente a un 46,29 % el año anterior.

Es indudable que España está invirtiendo más en investigación y desarrollo. Sin embargo, como ya he comentado, que este mayor esfuerzo de las políticas científicas públicas y de algunas empresas tenga un impacto y represente un volumen significativamente creciente en la economía cuesta trabajo cuando ésta aumenta mucho más gracias precisamente a sectores poco investigadores. Si el PIB crece más del 4% sobre la base de la construcción, el turismo y la hostelería, los españoles serán más ricos, pero poco innovadores. Por mucho que gasten el CSIC, las universidades, unas cuantas farmacéuticas y poco más… es difícil que se cumpla el objetivo gubernamental de alcanzar el 2% del PIB en 2010.

Esto tampoco es que lo haya descubierto yo precisamente. A Juan Mulet, el Director de la Fundación Cotec, se lo he escuchado expresar de manera muy certera y elegante al atribuir las inercias de la I+D hispana a la «estructura de los sectores productivos» de la economía española (amén de aquello de que en España hay muchas pymes). Cotec, por cierto, también da esta noticia en su sitio web, e incluye una presentación del INE sobre el tema.

Sin embargo, hete aquí que los entusiastas de la I+D afrontan en el inmediato futuro una coyuntura inesperada y paradójicamente favorable para que el gasto en I+D ascienda con más vigor en su porcentaje del PIB: la reducción de las tasas de crecimiento de la economía asociada a la retracción de la industria de la construcción. Albricias, dirán algunos, el debilitamiento de la economía basada en el cemento hará más importante la del conocimiento.


El «Panfleto antipedagógico»

25 noviembre 2007

El Panfleto antipedagógico de Ricardo Moreno Castillo ha sido durante varios años un pdf de culto para muchos profesores de enseñanza secundaria, entre los que ha circulado con profusión, hasta que en 2006 se ha publicado como libro impreso. Tal vez la inevitable secundarización de la educación superior lo convierta ahora en un best-seller también en la universidad. El panfleto tiene además interés desde la perspectiva de la educación informacional, porque ¿ésta es «pedagógica» o «antipedagógica»?

El Panfleto antipedagógico es un puñetazo en la mesa: sintetiza la rebelión de una mentalidad educativa originariamente de izquierda contra la depauperación del sistema de enseñanza español. Con sus aciertos y errores, es un grito destemplado, ante el silencio de algunas sosegadas conciencias progresistas, denunciando que el emperador está desnudo, y no admirable y sutilmente vestido, como pregonan ciertos embaucadores sastres posmodernos. Capítulo a capítulo, Moreno Castillo ataca con su implacable sentido común grandes tópicos de la ideología y la pedagogía LOGSE.

Moreno Castillo se equivoca, al menos, en dos cosas, a mi entender:

  • Sitúa dentro del propio sistema educativo el origen y el remedio de los males que padece, como si fueran culpa exclusiva de un programa político (LOGSE, etc.) o de la debilidad de una tecnología social poco consistente pero muy locuaz (la pedagogía). Pero no es cierto que el educativo sea un sistema aislado y, por ejemplo, la corrupción de menores que provoca la hipertrofia consumista, influye mucho también, junto con otros factores sociales, en cómo son los destinatarios y los resultados de la enseñanza.
  • Minusvalora también la avasalladora repercusión de las TIC en la estructuración de las formas sociales, económicas, educativas, cognitivas y conductuales que condicionan la enseñanza. Es verdad que eso no disculparía a la escuela de empeorar las cosas, pero la sitúa ante el dilema de convertirse ¿en un foco de resistencia?

Yo creo en la educación informacional, más que en la alfabetización informacional, por cierto, porque no es un mero asunto de destrezas, sino también de actitudes y valores, igual que la educación sexual no consiste en un estudio de técnicas posturales. Pero no creo que la educación informacional deba colaborar con el vaciamiento intelectual de los estudiantes, disimulando la ignorancia con técnicas de búsqueda («fácil y rápida») y replicación de información basadas en Internet… Ni siquiera en la universidad «aprender a aprender» debe estar por encima de, simplemente, aprender, porque, en efecto, no hay aprendizaje de métodos sin contenidos.

Asumo, sin embargo, que esta posición sí puede ser realmente una forma de resistencia testimonial ante la evolución tecnosocial resultante de las propias dinámicas informacionales desencadenadas por las TIC.

Otros post sobre el tema: Enseñanza informacional; Profesionales en información, 1;  Presencial e informacional, alfin; Alfin EEES; y su nombre.


Estrategias del Plan Nacional

22 noviembre 2007

El nuevo Plan Nacional de I+D 2008-2011, aprobado hace pocos meses, pretende superar la tradicional orientación y priorización temática de los planes anteriores, habitualmente estructurados en áreas científico-técnicas. En su lugar, pone en primer plano las líneas instrumentales de actuación, los mecanismos por los que se promociona la investigación de excelencia y el cumplimiento de los objetivos del Plan. Sin embargo, el PNI+D reserva un área o capítulo para las acciones estratégicas de I+D+I:

«Las acciones estratégicas corresponden a sectores o tecnologías de carácter horizontal, para lo cual se pondrán en juego todos los instrumentos disponibles en las otras áreas; pretenden dar cobertura a las más decididas apuestas del Gobierno en materia de I+D+I, con un concepto integral en el que se pongan en valor las investigaciones realizadas, así como su transformación en procesos, productos y servicios para la sociedad».

Las acciones estratégicas definen, pues, las intervenciones críticas gubernamentales en la promoción del conocimiento, y son cinco:

  1. Salud
  2. Biotecnología
  3. Energía y cambio climático
  4. Telecomunicaciones y sociedad de la información
  5. Nanociencia y nanotecnología, Nuevos materiales y nuevos procesos industriales

Abandonando la habitual circunspección de este blog, diré que constato reconfortado que el Gobierno me hace caso y organiza su impulso político a la actividad científico-industrial según lo que ya pronosticaba yo, más o menos, al escribir sobre Tecnociencias emergentes.

Escribiendo en serio, flota en el ambiente que nano-, bio- e info-tecnología son los grandes yacimientos de conocimiento explotable económicamente. Y que el ámbito de la «Energía y el cambio climático» no sólo es otro nicho de negocio en sí mismo, sino una condición de posibilidad de todo lo demás, en cuanto responsable de resolver la cuadratura del círculo que supone suministrar mayor sensación de bienestar y capacidad de consumo a los electorados sin acelerar dramáticamente la destrucción del planeta.

Por lo que se refiere a la separación del sector «Salud» del campo de la «Biotecnología», aunque es impecable desde el punto de vista histórico, no estoy tan seguro de que lo sea desde una perspectiva epistemológica. Esa singularización de la industria y la ciencia de la salud humana no acabo de verla clara.


Sitios web de I+D+I en España

28 octubre 2007

¿Dónde puedo buscar información sobre I+D+I en España, de alcance nacional? En numerosos sitios web, de organismos del Gobierno, fundaciones y asociaciones, como los siguientes:

  • Página de Ciencia y Tecnología del Ministerio de Educación y Ciencia, que incluye entre otras cosas programas de recursos humanos, los OPIs españoles, infraestructuras e instalaciones científicas, proyectos de investigación, evaluación en la ANEP y la CNEAI, transferencia de tecnología, planes nacionales de I+D, estadísticas económicas, indicadores de I+D, cooperación y planes regionales de I+D+I, etc.
  • Ingenio 2010, de la Presidencia del Gobierno, que incluye los programas Consolider, CENIT, Avanza, Euroingenio e información sobre la Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología (CICYT).
  • Plan Nacional de I+D+i 2008-2011, con información completa al respecto y acceso al documento de Estrategia Nacional de Ciencia y Tecnología (ENCYT).
  • FECYT, Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología , para promover el análisis y reflexión sobre el progreso científico-tecnológico y la divulgación de la ciencia y la tecnología, así como facilitar servicios a la comunidad I+D.
  • SISE, Sistema Integral de Seguimiento y Evaluación, observatorio permanente del sistema español ciencia-tecnología-sociedad: descripción, estudios, informes, indicadores, encuestas, evaluación.
  • INEbase, Investigación y desarrollo tecnológico, Instituto Nacional de Estadística: indicadores estadísticos anuales sobre recursos y resultados de la ciencia y tecnología en España.
  • Tecnociencia, el Portal español de la Ciencia y la Tecnología, con información general y noticias sobre el sector.
  • Portal Español de Movilidad para Investigadores, información práctica para venir a o salir de España.
  • CDTI, Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial, del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, promotor de la innovación y el desarrollo tecnológico entre las empresas españolas.
  • PROFIT, Programa de Fomento de la Investigación Técnica, del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio.
  • Registro de Entidades I+D, de entidades que realizan actividades de I+D, del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio.
  • Instituto de Salud Carlos III, cabecera de la investigación biomédica: Fondo de Investigaciones Sanitarias (FIS), indicadores de I+D, evaluación de tecnologías sanitarias, centros de investigación, redes temáticas, Biblioteca Nacional de Ciencias de la Salud, etc.
  • DGAM, programas de I+D de la Dirección General de Armamento y Material del Ministerio de Defensa.
  • Fundación COTEC, Fundación para la Innovación Tecnológica, que incluye abundantes estudios, informes, análisis y documentos electrónicos sobre la innovación en España, orientados sobre todo a las empresas.
  • Servicio Europa I+D, de la CRUE, información de la I+D de las universidades españolas en el marco europeo, etc.
  • SOST, Oficina Española de Ciencia y Tecnología en Bruselas, para el asesoramiento sobre I+D en el ámbito europeo.
  • RedOTRI, Red de Oficinas de Transferencia de Resultados de la Investigación de las universidades, con documentos electrónicos, etc.
  • OPTI, Observatorio de Prospectiva Tecnológica Industrial: informes, estudios y análisis sobre tendencias y perspectivas de futuro en materia tecnológica.
  • COSCE, Confederación de Sociedades Científicas de España, que agrupa a unas sesenta y coordina sus inquietudes en I+D+I (Acción CRECE, etc.)
  • FEDIT, Federación Española de Centros de Innovación y Tecnología, que agrupa a los centros tecnológicos, organismos de innovación radicados en o dirigidos hacia el sector productivo.
  • APTE, Asociación de Parques Científicos y Tecnológicos de España.

Nuevas figuras académicas

3 octubre 2007

En las universidades y centros públicos de investigación españoles están surgiendo nuevas figuras de personal investigador y docente. Nacen como resultado de los frecuentes cambios legislativos en materia universitaria y del mayor esfuerzo inversor en política científica, en recursos humanos en este caso. En conjunto, estas novedades, por ejemplo la doble vía funcionarial/laboral, coinciden con una cierta evolución general hacia el aumento de la complejidad:

  • Personal docente bajo contrato laboral, singularmente los profesores ayudantes doctores y los profesores contratados doctores, que consagró la Ley Orgánica de Universidades de 2001 (PDF) y no ha cambiado la Ley 4/2007 (PDF), que la reforma.
  • Investigadores contratados, de diversas clases, con una amplia flexibilidad bajo el régimen laboral, en función de los proyectos, necesidades y disponibilidades económicas de los centros.
  • Investigadores I3: doctores incorporados en nuevos puestos de trabajo estables, con subvención parcial del M.E.C.D., que han obtenido su doctorado al menos 6 años antes, tienen como mínimo dos años de experiencia investigadora en centros diferentes de aquel al que se incorporan y acreditan un buen nivel en su actividad científico-tecnológica (ver otro post).
  • Ramón y Cajal: investigadores doctores con contrato laboral de cinco años que han obtenido su doctorado en los diez anteriores y tienen al menos dos años de experiencia investigadora en centros diferentes de aquel al que se incorporan.
  • Juan de la Cierva: investigadores doctores con contrato laboral de tres años que han obtenido su doctorado en los tres anteriores y tienen alguna experiencia investigadora en centros diferentes de aquel al que se incorporan.
  • Personal Investigador en Formación (PIF): renovada categoría general que se basa en el Estatuto del P.I.F. de enero de 2006 y que en particular abarca los nuevos programas de ayuda para la Formación de Personal Investigador (FPI) y Formación del Profesorado Universitario (FPU), así como cualesquiera otros con similares propósitos, tendentes a la preparación del doctorado.
  • Personal técnico de apoyo, técnicos de proyectos de I+D, de infraestructuras científico-técnicas, de transferencia de investigación, etc.; que es una figura reciente en cuanto promovida y cofinanciada desde el Plan Nacional de I+D.
  • En el capítulo, no obstante, de las simplificaciones, la Ley 4/2007 prevé la desaparición de los cuerpos docentes de catedráticos y titulares de escuela universitaria, que tienden a integrarse en el de titulares de universidad, y de la figura de los profesores contratados colaboradores, creada en la L.O.U. de 2001 (pero se puede mantener de hecho en casos excepcionales).

Ignoro si este despliegue ayuda a articular realmente una carrera investigadora, o a alcanzar suficiente masa crítica de efectivos para la I+D española, pero desde luego diversifica y flexibiliza la tipología de los recursos humanos en el sector de la investigación pública, a la espera y a expensas de conseguir una adecuada gestión e integración del sistema.