Tendencias en las patentes

23 noviembre 2009

El último número de la revista Science and Public Policy está dedicado íntegramente al sistema europeo de patentes, aunque también se refiere a la problemática en Estados Unidos y a las circunstancias comunes del sistema de patentes en el mundo. La situación actual parece aconsejar u obligar a emprender reformas, cuando no a cuestionar la concepción del sistema. Y en todo caso resulta urgente estudiarlo desde enfoques no sólo jurídicos, sino también políticos y socioconómicos, cosa que hasta recientemente no se ha hecho.

A la luz de los artículos reunidos, especialmente los de Susana Borrás y Brian Kahin, o los de Matthhew J. Elsmore, podríamos resumir, de manera muy simple, las tendencias y situación del sistema de patentes, en lo siguiente:

  • Existe un conflicto entre la territorialidad de las patentes y la globalización de la economía y la innovación; este contrasentido conduce entre otras cosas a la proliferación de las solicitudes de patente en las diferentes oficinas nacionales.
  • El intenso crecimiento y diversificación de la investigación, las nuevas áreas de conocimiento abiertas, provocan el aumento de las solicitudes de patente y crean incertidumbres (económicas, técnicas, morales) sobre el alcance de lo patentable.
  • Por sí mismo, el aumento espectacular de las solicitudes de patente en todas las oficinas lleva a retrasos y dificultades en su gestión, encarece los procedimientos, perjudica la calidad y, como vía de solución, llama a la cooperación entre las distintas oficinas.
  • Europa se enfrenta además a su propia complejidad estructural al poseer un «sistema de sistemas» de patentes (EPO), las oficinas nacionales y un proyecto siempre abierto de patente comunitaria (UE), todo ello en constante perspectiva de reforma. 
  • Los Estados Unidos afrontan, en cambio, problemas específicos de calidad y permisividad en sus patentes y de conflictos entre los diferentes actores públicos y privados implicados en el sistema.
  • La creciente especialización de la innovación introduce cada vez más diferencias en la utilidad o aplicación de las patentes en cada sector, y cuestiona la viabilidad de un régimen unitario de patentes para la industria sanitaria, la biotecnología, las TIC, etc.
  • El sistema de patentes padece una cierta insularidad, ha llegado a ser un instrumento demasiado legalista, una cuestión de títulos de propiedad, orientada a los procesos y aislada de las políticas socioeconómicas y los problemas de la innovación.
  • El desarrollo del derecho de propiedad industrial propende, por mecanismos internos, a que las patentes sean más bien intrumentos de influencia y dominio de los intermediarios y de las grandes empresas tenedoras de carteras de patentes.
  • No pocas veces es cuestionado que las patentes sirvan para promover la innovación y el bienestar socioeconómico, frente al dominio público o los sistemas abiertos; entre otras razones por su frecuente utilización táctica o abusiva.
  • Las disfunciones acumuladas y las dificultades para promover reformas sustanciales en procesos tan burocráticos hacen que se hable incluso de un agotamiento o al menos de un «calentamiento global de las patentes» (EPO).

Las patentes, derechos exclusivos sobre la aplicación práctica de piezas de información, están sometidas casi a los mismos avatares y tensiones que los derechos de autoría o que la transmisión de información mediante la educación: los que se derivan de la creciente fluidez de las dinámicas informacionales en el medio TIC. La veloz y masiva replicación y comunicación de la información dificulta mantener regulaciones o métodos más sólidos y estructurados, propios de otra época. ¿El Derecho también es, como la Educación, cosa de otra época? ¿A qué velocidad puede cambiar el Derecho (o la Educación)?


«Student Plagiarism…», Roberts

12 septiembre 2008

El plagio, ese lado oscuro del aprendizaje y la enseñanza (y de la propiedad intelectual), está aumentando de modo espectacular, como se sabe, por la facilidad (el poco esfuerzo) con que los contenidos se propagan y se contagian mediante las TIC. Con el auge del plagio, como no podía ser por menos, aparece la plagiología: esa rama de las ciencias o tecnologías de la educación y la documentación que versa sobre el fenómeno de la copia ilegítima en la enseñanza, etc.

Así pues, se está publicando cada vez más bibliografía dedicada a la indagación, prevención e instrucción en materia de plagios y plagiadores. Y ya hay una incipiente industria de las tecnologías de la información (Turnitin, EVE2, Glatt Plagiarism, etc.) especializada en la detección y solución de problemas de plagio creados mediante otras tecnologías de la información.

La obra dirigida por Roberts es otro ejemplo bibliográfico reciente de la (justificada) preocupación que suscita entre educadores, pedagogos, bibliotecarios y otras personas el plagio cometido por los estudiantes: una actividad que, en la medida en que sea medianamente frecuente, mina la enseñanza y el aprendizaje (aparte de las consideraciones sobre la propiedad intelectual).

Student Plagiarism in an Online World recoge las experiencias de diversas universidades, anglosajonas sobre todo: Australia, GB, EUA. Aborda el tema desde diversos puntos de vista, no es una presentación muy sistemática. La orientación o tono general de la obra es: educar más que castigar, prevenir más que curar, cambiar las formas de enseñar y los métodos de trabajo de los alumnos… No se incluye un recetario extenso de métodos de detección y diagnóstico de plagios, ni un catálogo de normas de conducta, ni un inventario de sanciones, se habla poco de educación informacional… pero sí se examinan en detalle los diferentes tipos de comportamiento inadecuado… y qué estrategias se han puesto en práctica para afrontarlos en cada caso.

En fin, si el copypasteleo no ayuda mucho a la educación y la cultura entendidas al estilo tradicional, tal vez por lo menos el estudio y tratamiento del fenómeno en cuestión abra una nueva especialidad académica y oportunidades industriales para la contratecnología educativa. Amén de que dará lugar, por otro lado, a la aparición de un grupúsculo underground, anti-EEES, de profesores irreductibles, defensores de volver al examen-de-memoria-con-bolígrafo-y-papel como baluarte de la autonomía intelectual.


Propiedad intelectual en crisis

14 septiembre 2007

La propiedad intelectual nació, como se sabe, del mundo de la imprenta y de la Modernidad, lo que ya he anotado en otra entrada. No es extraño, pues, que estemos ante una crisis de la propiedad intelectual, porque es una institución un tanto anacrónica. Lo mismo que sucede al matrimonio, a los dedos del pie humano y a otros muchos órganos y formas aparecidas a lo largo de la evolución biológica o sociocultural, que la propiedad intelectual pierda su función original no quiere decir que desaparezca: puede sobrevivir atrofiada, o asumir nuevos roles… Pero atraviesa una seria crisis, a pesar del volumen de la industria de los contenidos.

La propiedad intelectual ha sido una institución típica de una época en que la propagación de información por medios industriales, con la imprenta, se intensificó respecto a la situación anterior, de parsimonia manuscrita y tradición oral. Pero no es ya tan funcional en un ambiente en que la replicación de la información se acelera exponencialmente, con la electrónica.

Digamos que la propiedad intelectual funcionó bien en un rango de velocidades intermedias de proliferación de la información, y, además, anclada en otras características estructurales del periodo moderno:

  • Frente a la idealización del antiguo texto original, precariamente representado en manuscritos escasos y perecederos, o frente a la liquidez evanescente de los bits actuales, la industrialización del conocimiento con la imprenta trajo consigo su cosificación en forma de objetos tangibles, testigos contundentes y repetidos de la creación intelectual.
  • La auctoritas medieval fue reemplazada por el autor como creador personal, contemporáneo, conocido y reconocido, con su nombre reiteradamente grabado en portada de los libros.
  • La prevalencia del antropocentrismo como eje cultural de la dinámica moderna, frente al teocentrismo medieval, hizo emerger al hombre como sujeto, que conoce, domina, recrea el mundo y es dueño de sus creaciones.
  • Apareció el individuo, que se emancipó como ciudadano, titular de los derechos de propiedad a que por mérito o capacidad se hiciera acreedor, y trasunto del ascenso social de la burguesía.
  • Predominó la individualización del creador, como resultado de su labor esforzada y casi solitaria, frente al anonimato medieval o a la comunitarización actual de las empresas intelectuales, a veces incluso basadas en la potencia replicadora de las nuevas TIC o en la inteligencia delegada en la Red.
  • Protegiendo al creador individual, se buscaba la promoción pública del conocimiento social, lo que no preocupaba en el Medievo, ni está claro cómo se deba hacer en nuestros días.

Porque, ahora, ¿ cómo sostener la propiedad de ideas cultivadas casi colectivamente, que germinan sobre máquinas informacionales y no dan como fruto objetos materiales ? Quedarían, quizá, como formas de dominio intelectual más sólido, el secreto y la patente, que es el registro deliberado de la novedad para reservarse el derecho de explotación, y donde el dominio no está conectado directamente a la mera creación, sino al acto de reivindicar.


Contenedores vs. contenidos

17 febrero 2007

Como los diez mandamientos, la sociedad de la información, tan compleja ella, se resume en dos: el negocio de los contenidos y el negocio de los contenedores (ver otro post al respecto). Quienes venden contenedores necesitan contenidos (educación, ciencia, entretenimiento, ficción, parloteo) para que los contenedores (aparatos y dispositivos diversos, comunicaciones de todo tipo) sean necesarios. Y viceversa, quienes venden contenidos dependen de que haya contenedores disponibles. Ambos mundos se necesitan recíprocamente, como caras de la misma moneda. El software, tan suave él, se desliza entre los dos ámbitos, dependiendo…

Pero hete aquí cómo tan estupenda alianza quiebra: la potencia de los contenedores hace que los contenidos se propaguen y reproduzcan mucho más intensa y velozmente de lo que sus propietarios, propietarios intelectuales, desearían, para captar controlada y ordenadamente unos retornos satisfactorios por el tráfico de mensajes. Y aquí empieza el drama de nuestro tiempo, que divide a las familias, las empresas y las personas, a veces con intereses curiosamente en los dos negocios.

Por un lado está la ley natural de que «todos los memes tienden a difundirse y multiplicarse», como los gases o los virus, y que en medios y condiciones ambientales adecuadas (las TICs) esto se acelera. Es lo de que la información no se pierde al comunicarse, porque no se transfiere, sino que se replica.

Por el otro lado está la institución convencional de la propiedad intelectual, salida del mundo de la imprenta, que consagraba un pacto equilibrado entre los intereses públicos sobre el consumo de información y los intereses privados asociados a su creación. Un pacto que ha estado a la base de la Modernidad, que a su vez nos ha traído aquí (¿…?)

Parece evidente que el contrato social acordado para el mundo de la tecnología de la comunicación impresa, ha saltado por los aires con las nuevas TICs, hemos vuelto al estado de naturaleza, al conflicto abierto. Y las TICs cambian tan deprisa que es difícil sentarse a negociar un armisticio.

Si yo tuviera que apostar por el vencedor, apostaría, más bien, por la fuerza de la naturaleza y la tecnología que la potencia: son más contundentes.


Contenidos y contenedores

15 enero 2007

De la abundante jerga que ha aparecido con la llamada sociedad de la información hay dos palabras que me resultan simpáticas, casi entrañables: contenidos y contenedores. Me encantan por lo que ingenuamente revelan como pareja, remitiéndose la una a la otra, definiéndose la una por la otra sin decir ninguna nada comprometido, nada concreto, nada incorrecto.

Contenidos se emplea más (yo la uso mucho). Contenidos es toda información (cualquier código, cualquier formato, cualquier señal) generada por seres humanos, en cuanto susceptible de compraventa, de comercio, de tráfico. Engloba desde las creaciones artísticas y científicas al parloteo audiovisual. Son memes, combinaciones de memes, en definitiva; pero aquélla parte de los memes que es mercancía de una industria que los replica y multiplica.

Contenedores es término algo más técnico, muy del gusto de empresarios del entretenimiento, aunque su origen y resonancias son más ¿prosaicas? Un contenedor es lo que recoge o agrupa, vehicula o empaqueta, contenidos (y dése la vuelta). Es un programa (de TV…), un formato, un sistema, un dispositivo, un canal…

La sociedad de la información, entre otras cosas, se caracteriza por el gran crecimiento y abundancia de los contenedores, llenos de contenidos, mayormente todo digital. Este mismo blog, sin ir más lejos, es un contenido en un contenedor.