Faltan vocaciones científicas

25 julio 2008

Con frecuencia se escuchan o se leen informes y comentarios acerca de las dificultades existentes en España y otros países europeos para contar con suficientes «vocaciones científicas». Hace unos días el servicio de noticias de la FECYT recogía un artículo de La Vanguardia muy representativo de estas preocupaciones.

Parece que faltan, para empezar, estudiantes que cursen carreras científicas. Muchas titulaciones están en cifras alarmantes de alumnos. Por otro lado, cuesta trabajo que los licenciados y graduados en ciencias o ingenierías opten por dedicarse a la investigación. Al menos en número suficiente para lo que se supone que sería necesario en una sociedad y economía del conocimiento (objetivos de Lisboa, etc.)

Es habitual oír lamentarse de la contradicción que significa que en sociedades basadas en la ciencia y la tecnología, cuyos frutos y beneficios se disfrutan constantemente, escaseen las personas interesadas en comprometerse con la investigación… ¿Son salidas profesionales poco atractivas, muy exigentes, mal remuneradas?

Muchas cabezas expertas andan dando vueltas a qué hacer para solucionar este problema, estudiando cómo motivar a los jóvenes para que emprendan carreras científicas, intentando promocionar la imagen del investigador, reestructurando la enseñanza secundaria, organizando campañas publicitarias… Se busca gente capaz de esforzarse y sacrificarse para aprender y descubrir, gente constante y paciente, pero creativa, capaz de pensar por cuenta propia, con mente inquisitiva…

Una sociedad del conocimiento en la que falten científicos e investigadores es una paradoja tan grande como una sociedad del conocimiento con una enseñanza universitaria o, en general, una educación degradadas. Es la misma clase de paradoja. Es un imposible, en realidad.

No puedo dejar de pensar que tal vez se pregona como «sociedad del conocimiento» la mera industrialización de la replicación de la información, que no es lo mismo. Quizá no estamos ante ninguna Nueva Atlántida, sino ante una inteligencia de enjambre. Por ejemplo: habiendo macroempresas innovadoras mundiales, que copan un mercado globalizado, ¿van a surgir de verdad tantos científicos emprendedores como se quiere en cada provincia?


¿Modelo dual de publicación?

18 julio 2008

En relación con el carácter más o menos selectivo de las publicaciones científicas al aceptar artículos y con sus modelos de negocio (resumiendo: «lector paga» o «autor paga»), por lo que leo y lo que veo, me ha dado en pensar que podría estarse creando tal vez una situación dual como la que represento aquí:

Economía de las publicaciones científicas

Muchos autores (Pagan)                                        Pocos autores

–         Selección de artículos          +

Pocos lectores                                       (Pagan) Muchos lectores 

Las revistas y otras fuentes de artículos científicos pueden ser más o menos selectivas al admitir los trabajos de los investigadores. Algunas publican sólo una mínima parte de todos los originales que reciben y evalúan, rechazando el resto. Otras publican casi todo lo que les llega, o prácticamente. Entre ambos extremos hay una amplia gama de posiciones intermedias. El caso es que esa dimensión del carácter selectivo de las publicaciones parece que tiende a crear dos grandes tipos entre ellas, que como tipos ideales corresponderían a los dos modelos de negocio.

  • A la izquierda, el modelo «autor paga», revistas más orientadas a los autores: publicaciones poco selectivas que se dirigen a un gran mercado de autores, quienes pagan por publicar (a través de instituciones científicas, bibliotecas, etc.) Tienen relativamente pocos, o menos, lectores y por tanto una influencia y unos índices de impacto más bajos. Los costes de evaluación y arbitraje son más bien reducidos y los contenidos se pueden consultar libremente en forma de acceso abierto.
  • A la derecha, el modelo «lector paga», revistas más orientadas a los lectores: publicaciones muy selectivas que se dirigen a un gran mercado de lectores, que pagan por tener acceso a ellas (a través de bibliotecas, instituciones, etc., en muchos casos). Los autores que publican son menos, son pocos. Pero la repercusión de los artículos y los índices de impacto tienden a ser mayores. Los costes de evaluación y arbitraje resultan elevados y los contenidos se consultan pagando.

Vengo sosteniendo que existe una tendencia natural de fondo hacia el acceso abierto, hacia la máxima proliferación y propagación de la información científica. Pero tal vez la economía de la selección y evaluación de los artículos conduce por ahora a una cierta lógica bipolar: dos productos distintos para dos mercados diferentes, que se financian maximizando sus clientelas y minimizando sus precios al repartirlos más.

… Porque quizá las publicaciones muy selectivas no se sostienen bien cobrando a los autores (pocos), quienes tendrían que pagar demasiado. Y las poco selectivas se financian mejor a costa de muchos autores (cobrando poco) que de escasos lectores. Un caso particular de las últimas serían los repositorios de eprints: apenas seleccionan y evalúan, tienen costes reducidos, no cobran nada a los autores individuales pero cubren sus gastos a través de corporaciones e instituciones de autores (universidades, asociaciones, bibliotecas, agencias de financiación de I+D, etc.)

Si todo esto fuera así, que no lo aseguro, sería relevante para la articulación de la comunicación científica en el futuro inmediato.


Zentralblatt MATH, la Historia

13 julio 2008

Si no me equivoco, Zentralblatt MATH es la última y única fuente de información bibliográfica superviviente de una época de la ciencia europea cuando, con Alemania a la cabeza, ostentaba la primacía en el mundo y sus repertorios bibliográficos resultaban esenciales para la investigación. Merece, pues, una evocación, un reconocimiento no exento de cierta melancolía. Me baso para ello en el artículo Berlin as a center for organizing mathematical reviewing, de Bernd Wegner, 1985, que Zentralblatt MATH recoge en su página dedicada a historia.

Zentralblatt für Mathematik und ihre Grenzgrebiete empezó a publicarse como revista de reseñas en 1931, a cargo de Springer-Verlag, en Berlín. En buena medida apareció para superar y continuar la labor del Jahrbuch über die Fortschritte der Mathematik, que había nacido en 1869, también en Berlín, y desapareció con la Segunda Guerra Mundial. La actual base de datos Zentralblatt MATH incluye no sólo la serie histórica del Zentralblatt, sino también los contenidos del Jahrbuch.

Durante varios años Zentralblatt estuvo dirigida por Otto Neugebauer, hasta que el ascenso del nazismo le obligó a escapar de Alemania, todo un símbolo sobre el devenir de la ciencia centroeuropea. En ese mismo contexto histórico, en los años 30, surgió en E.U.A. Mathematical Reviews (más conocido ahora como MathSciNet), el competidor de Zentralblatt que, con el tiempo, le hizo perder su hegemonía. 

Terminada la II Guerra Mundial, con enormes dificultades, Zentralblatt continuó publicándose, al principio desde Berlín Este. Al agravarse la Guerra fría y hasta 1977 la responsabilidad del repertorio se repartió mitad y mitad entre instituciones del Este y del Oeste en lo que fue un peculiar arreglo resultado de la división de Berlín por el muro. Tan problemáticas circunstancias no le impidieron mantener un fuerte liderazgo internacional como instrumento de control de la literatura matemática, sin rival para la procedente del Este y centro de Europa.

Desde 1978 se hizo cargo de Zentralblatt el Fachinformationszentrum (FIZ) de Karlsruhe, con el apoyo de la Academia de Ciencias de Heidelberg. Sin embargo, el equipo editorial siempre permaneció en Berlín. Se avanzó por el camino de la automatización y de la edición electrónica de Zentralblatt como base de datos en línea.

Hoy día, Zentralblatt MATH reúne 2,7 millones de referencias de publicaciones de todo tipo y de todas las ramas de la matemática pura y aplicada, aparecidas desde 1869, e incluso anteriores en algunos casos, y publica unos 85.000 abstracts/reviews al año. En 2006 ha quedado también bajo los auspicios de la European Mathematical Society, configurándose como un producto con dimensión europea en el que colaboran instituciones de varios países.

Las vicisitudes de Zentralblatt MATH lo convierten en un testigo bibliográfico y científico de la torturada historia del siglo XX, de la historia de Berlín, de Alemania y de toda Europa. Ahora, constituye asimismo un tímido exponente de una perspectiva de unidad continental también más bien tímida, y una especie de foco de resistencia ante el dominio estadounidense.


«The University of Google»

8 julio 2008

Con la secundarización de la enseñanza superior es natural que surjan críticas y protestas, como las que se producen en otros niveles del sistema educativo (el Panfleto antipedagógico, por ejemplo). Así, este libro de Tara Brabazon constituye una denuncia implacable contra la degradación de la enseñanza universitaria. Es, también, un alegato apasionado a favor de una educación y una universidad de calidad, comprometidas con los estudiantes, con el conocimiento, con la justicia social y con la comprensión intercultural.

Tara Brabazon cree que la causa principal de los problemas reside en unas políticas educativas y universitarias equivocadas, lo que se manifiesta en aspectos como los siguientes:

  • Los estudiantes carecen de una critical literacy que les permita interpretar y contextualizar de manera inteligente, creativa y personal la avalancha de información. Sólo poseen habilidades de operational literacy para la codificación y decodificación tecnológicas, basadas a menudo en la replicación.
  • Triunfa una concepción empresarial de la universidad, en cuanto a sus procedimientos (industrialización, managerialism) y en cuanto a sus fines (mercados de la enseñanza, rentabilidad económica).
  • Los estudiantes son vistos como clientes, consumidores a los que seducir con comodidades y ofertas «a la carta» que destruyen la capacidad de intervención educativa en su favor, que requiere orden y rigor, reglas y límites.
  • La universidad se somete a las necesidades a corto plazo de los volátiles mercados de trabajo, que demandan mano de obra adaptable, con destrezas cambiantes (lifelong learning), y no tanto personas intelectualmente rigurosas y capaces.
  • La educación se reduce a destrezas, habilidades y competencias, se orienta al entrenamiento profesional y al reciclaje laboral en lugar de al conocimiento y a la formación integral.
  • La tecnología educativa se aplica con frivolidad, como un fin en sí misma, al margen de su validez o interés pedagógico reales. Es un factor de marketing y de gestión y un exponente de la ubicua avidez por los cambios (estén o no justificados racionalmente).
  • La universidad no sólo no suple los déficits intelectuales con que los alumnos llegan a ella, sino que no está comprometida como debería a favor de la igualdad social y la tolerancia ante la diversidad.

Tara Brabazon, no obstante, por su vehemencia, quizá encomienda demasiadas funciones al órgano cuya depauperación denuncia de forma tan incisiva. Por mi parte, se me ocurren estas reflexiones:

  • Se está extendiendo a la universidad la problemática general de la educación, y gran parte de las dificultades de aquélla se deben al resto del sistema educativo y a las tendencias de la sociedad en conjunto, más allá de las políticas concretas.
  • El poder de las TIC y los media, que favorecen el masivo contagio viral de contenidos, desborda la educación, anula su capacidad de intervención, mucho más parsimoniosa. Tampoco está claro que la pedagogía sea una tecnología sociocultural suficientemente fiable.
  • La universidad, como parte de la industrialización de los servicios, se configura ciertamente como una fuerza productiva más del nuevo modo de producción, contra lo que Tara Brabazon se rebela.

Una sociedad del conocimiento con una educación degradada, que no forma individuos creativos y críticos, representa una paradoja. A menos que lo que propagandísticamente se proclama como sociedad del conocimiento no sea sino una «inteligencia de enjambre» basada en la hipertrofia y aceleración informacional que provocan las TIC, donde unos pocos innovan y crean y la masa replica y copia sin pensar demasiado («Clicking replaces thinking», dice Brabazon).