Scholarly information practices

17 diciembre 2009

Los procedimientos de trabajo intelectual de los investigadores son un tema de estudio tanto para las diversas ramas de los estudios sociales de la ciencia como para la documentación, en cuanto técnica aplicada. En mi perspectiva, se trataría de mirar cómo la información científica se depura y replica progresivamente a través de mecanismos sociocognitivos y computacionales. Pero entre la literatura del campo de la documentación, con interés práctico en las bibliotecas, etc., está el siguiente informe de OCLC:

Se trata de un review que repasa y presenta el estado del arte en cuanto a «information behaviors» o «practices» en el mundo de la investigación, con el fin de identificar direcciones y prioridades para los servicios de información digital o bibliotecas académicas. Además de recorrer un amplio elenco de los estudios publicados en los últimos años sobre estos temas, aporta una visión comparativa de las diversas disciplinas académicas, fijándose en el diferente comportamiento de los investigadores en cada comunidad científica, aunque profundizando poco en cada una de ellas.

Pero lo más característico del informe es que, frente a la enorme complejidad y abigarramiento de las conductas informacionales, presenta una estructura o esquema muy organizado y sistemático de las mismas: define y desarrolla veinte actividades básicas de información agrupadas en seis tipos que sintetizan el conjunto de procesos intelectuales de manejo de información científica:

  • Búsqueda: localización/identificación; seguimiento de citas y recomendaciones bibliográficas; hojeo y navegación; rastreos en campos ajenos o nuevos; acceso/obtención. 
  • Recolección: acopio; organización.
  • Lectura: exploración preliminar; evaluación y selección; relectura en profundidad.
  • Escritura: construcción de textos; coautoría; difusión o publicación.
  • Colaboración: coordinación; interconexión en redes; consultas y asesoría.
  • Transversales: Seguimiento y alerta informativa; anotaciones informales; traducción interdisciplinar; gestión de datos primarios.

Por su carácter de review, repasa mucha literatura y concreta poco de manera sustancial; aunque muy organizado, resulta poco concluyente. Los apartados finales sobre estrategia en bibliotecas y documentación ofrecen orientaciones sugerentes en forma de tabla, pero por ello mismo son esquemáticas, simples y aisladas entre sí. El informe vale como cartografía de las cuestiones en juego, proporciona estructura, pero su contundencia es escasa.

En cualquier caso, toda esta problemática remite a la e-ciencia, a la ciberinfraestructura científica, lo que Borgman trata en Scholarship in the digital age. Pero tengo para mí que su desarrollo no se produce realmente, digamos, mediante una planificación sistémica, sino como una morfogénesis o acreción orgánica. Esto es lo que hay que tener en cuenta, la naturaleza biológica de la expansión informacional.


TIC y creación de conocimiento

7 octubre 2009

Siento curiosidad sobre la influencia de la tecnología digital, del crecimiento del medio tecnodigital, en las dinámicas informacionales y cognitivas que tienen lugar en individuos, organizaciones y poblaciones humanas. Por eso me ha sorprendido gratamente un artículo que constituye un estudio empírico sobre la relación entre la aplicación de las TIC y la generación de conocimiento en las empresas, basado en concreto en el análisis del trabajo de dos equipos de investigación dedicados a desarrollar nuevos productos en el sector de la automoción:

VACCARO, A.; VELOSO, F.; BRUSONI, S. 2009. The impact of virtual technologies on knowledge-based processes: an empirical study. Research Policy, 38(8):1278-1287. DOI 10.1016/j.respol.2009.06.012.

El trabajo se basa en el esquema de los cuatro modos de creación de conocimiento en las organizaciones de Nonaka (*): SOCIALIZACIÓN (de tácito a tácito), EXTERNALIZACIÓN (de tácito a explícito), COMBINACIÓN (de explícito a explícito) e INTERNALIZACIÓN (de explícito a tácito). Las conclusiones más interesantes para mí del estudio son que la aplicación intensiva de las TIC a los procesos de innovación en las empresas:

  • Crea una dimensión, un entorno virtual que influye de forma decisiva en los procesos cognitivos individuales y corporativos.
  • Genera un super conocimiento tácito más rico y difícil de volcar explícitamente que el generado con métodos tradicionales.
  • Impulsa la socialización suprageográfica del conocimiento, elimina la necesidad de proximidad física para aprender/innovar.
  • Cataliza los procesos de internalización cognitiva en la organización, por diversos procedimientos.
  • Tiene un impacto muy limitado, en cambio, paradójicamente, en la externalización, codificación o formalización del conocimiento.

Aparte de las consecuencias prácticas para las empresas que los autores deducen de todo esto, yo extraigo ideas que no dejan de sorprenderme:

Las TIC hacen crecer sobre todo el CONOCIMIENTO TÁCITO, menos formal y verbalizable, más vinculado a los propios sistemas cognitivos, en este caso artificiales, que a documentos. Potencian la inteligencia dependiente del propio medio tecnodigital, radicada en sistemas de enseñanza y entrenamiento virtuales, simuladores y entornos de aprendizaje, redes de conocimiento compartido, etc. Con ello adquiere más importancia la propagación viral de conocimiento, el aprendizaje por contagio, la imitación informal… Más inteligencia, inexpresable, reside en el medio externo a los homosapiens; más que en la codificación formalizadora y racionalizadora, consciente.

(*) NONAKA, I. A dynamic theory of organizational knowledge creation. Organization Science, 1994, 5(1):14-37


SCImago Institutions Rankings

30 septiembre 2009

SCImago Journal & Country Rank (SJR) no sólo está extendiendo su influencia en la práctica de la evaluación métrica de la investigación, sino que aumenta sus contenidos, siempre sobre la base de la información bibliográfica y de citas procedente de la base de datos Scopus. Nacido hace menos de dos años, SJR acaba de lanzar su sección de ranking de instituciones científicas, SIR, que se suma a los rankings ya disponibles de revistas y de países.

Scimago Institutions Rankings (SIR) constituye un informe sobre las 2.080 instituciones de investigación con mayor producción científica de todo el mundo. En su primera edición, de este año, SIR incluye organismos pertenecientes a 84 países agrupados en varios sectores: centros de educación superior, entidades públicas de investigación, centros biosanitarios, empresas y otros.

De todas ellas, SIR analiza su rendimiento científico entre 2003 y 2007 a través de cinco factores: i) producción total de documentos; ii) citas recibidas por documento en el periodo; iii) colaboración internacional (proporción de artículos publicados en cooperación con investigadores y centros extranjeros); iv) indicador SJR normalizado (media global de la relación entre el SJR de las revistas en que publica la institución y el SJR promedio de las revistas del mismo área temática); y v) índice de citación normalizado (proporción entre el nivel de citas recibidas por la institución y el nivel medio de citas en las áreas temáticas de los artículos publicados).

El informe SIR hace referencia al enorme trabajo realizado para sortear  la dificultad de identificar y normalizar los nombres de las instituciones que los autores mencionan en los datos de afiliación, problema que, desde luego, aunque no se dice, en Scopus se encuentra muy lejos de estar resuelto a pesar del código de identificación que el año pasado introdujeron para controlar los centros de investigación.

Por otro lado, ignoro cómo se las habrán arreglado también en SIR con el problema de que en Scopus hay ¿muchas? referencias sin datos completos de autoría, es decir, que omiten buena parte de los investigadores e instituciones participantes, lo que distorsionaría los resultados, obviamente.

Institutions Rankings 2009 World Report puede consultarse en forma de listado pdf y en versión hoja de cálculo. Además, se presenta como un primer avance de lo que pretende ser una herramienta para hacer evaluación institucional de la investigación, con prestaciones de análisis de datos que permitan monitorizar y auditar el rendimiento científico. El acceso a los instrumentos interactivos, sin embargo, aunque se ofrece en la página de SIR, parece estar pendiente de implementación.

En cualquier caso, no deja de ser impresionante, como decía cuando apareció SJR, que un proyecto semejante de análisis métrico de la ciencia, con tanta fuerza, esté creciendo en España. Su influencia va en aumento, pero, de todas formas, ¿es suficientemente valorado?


«La ciencia y nosotros»

24 septiembre 2009

Mea culpa.

En la revista española El profesional de la información acaba de publicarse un texto del que soy responsable, «La ciencia y nosotros», que constituye una reflexión sobre la evolución de la ciencia y la información científica y sobre el papel actual/futuro que en ellas pueden tener los profesionales de la información. En dicho trabajo se recogen algunas ideas que a lo largo de los últimos meses o años he ido ensayando o construyendo en este blog. Pero, paradójicamente, he olvidado un aspecto importante que sí he tratado aquí y del que es buen testimonio el propio contenido del número de la revista donde se publica el texto.

El artículo en cuestión finaliza afirmando que la posición de los profesionales de la información en el panorama de la nueva comunicación científica es débil o incierto, a causa de la actual preponderancia de la mediación computacional en la formación de la inteligencia científica de la especie, en la ciencia industrializada. Pero que dichos profesionales tienen oportunidades: 1) reconvirtiéndose en ingenieros de la información, 2) participando o liderando plataformas informativas específicas de carácter científico donde su contribución sea relevante, y 3) compitiendo individualmente como mediadores documentales en el difícil mercado libre de la información científica.

Pues bien, hay una cuarta dimensión significativa, no explícitamente contenida en la tercera, que he omitido, lo que resulta tanto más imperdonable por cuanto he escrito de ella no sólo en este blog, sino en una nota de ThinkEPI publicada hace unos meses bajo el título «Bibliometría y Academia». Los profesionales de la información pueden tener un amplio campo de actuación en el análisis métrico de la información, una actividad muy relevante para el trabajo tecnocientífico. La métrica, la evaluación matemática de la ciencia, es un instrumento esencial para una gestión de la investigación orientada a la eficiencia y la rentabilidad, y por tanto para la correcta administración empresarial de la I+D, pública o privada, que se lleva a cabo en ese nuevo contexto de la ciencia al modo industrial.


La información en Biología

17 septiembre 2009

La aplicación del concepto de información en diferentes tipos de sistemas materiales (físicos, orgánicos, sociales, electrónicos, etc.) sin duda plantea problemas. Aunque en general pueda quizá entenderse por información la improbabilidad de los estados de dichos sistemas, debe haber dificultades para emplearlo de manera homogénea en ámbitos diversos, por su posible diferente sentido en cada caso. La pregunta sería si se habla de lo mismo en todas las circunstancias, desde el caso de la información que deviene significativa para los sistemas cognitivos (naturales o artificiales), hasta la información como orden antientrópico de las redes cristalinas minerales, por ejemplo.

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En este artículo, Bergstrom, científico conocido entre otras cosas por liderar el proyecto de métrica de la investigación Eigenfactor.com, trata con su colega de los sentidos de la información en las ciencias de la vida. Los biólogos de todas las especialidades recurren profusamente a la idea de información. Pero se discute, al parecer, si se refieren a lo mismo, si se trata de la misma información sobre la que teorizó Claude Shannon, o si a veces no es más que una metáfora: especialmente en genética molecular o en biología evolutiva.

Sin embargo, los autores creen que si se interpreta correctamente la teoría de la información, entendiendo ésta en su aspecto de transmisión en el espacio o el tiempo, se puede aplicar también al funcionamiento de los genes. En este sentido, dicen que un objeto porta información si su función es reducir la incertidumbre en un agente receptor. Por su característica estructura, la molécula de DNA está exquisitamente preparada para transmitir información hereditariamente. Y el código que se basa en ella, por vincular arbitrariamente los tripletes de nucleótidos y los aminoácidos, deja libertad para optimizar la eficiencia del empaquetamiento de la información, de cara a su replicación, traducción y expresión, lo que ha sido bien aprovechado por la selección natural: hasta tal punto es informativo el DNA. 

De forma que, según Bergstrom y Rosvall, la teoría y el concepto de la información de Shannon son plenamente aplicables en todos los campos de la biología (y no sólo en neurociencia…). Se me ocurre que es extraño lo poco que se apela, por contra, a la noción de información en las ciencias que estudian los individuos y sociedades humanas.


Percepciones sobre las citas

21 May 2009
  • Aksnes, D.W.; Rip, A. 2009. Researchers’ perceptions of citations. Research policy, 38(6):895-905

Sobre la base de las opiniones recabadas a través de una encuesta, sin mucho análisis, Aksnes y Rip nos informan en este artículo de cómo perciben los investigadores noruegos el asunto de las citas. Los contextos nacionales son diferentes, sobre todo la utilización de las citas para la política de investigación. Pero tomándolas con esa precaución, estamos ante interpretaciones que recuerdan mucho los criterios que se manejan por parte de los científicos de España o de otros lugares. El artículo subraya lo siguiente.

  • Lo primero, los investigadores son muy conscientes del tema, les preocupa. Las citas les importan como elemento de recompensa y reconocimiento, pero también como indicador en procesos de evaluación y de asignación de recursos.
  • Manifiestan, sin embargo, una actitud ambivalente: desean y persiguen las citas, pero las critican porque suelen pensar que no reflejan el auténtico valor de las contribuciones científicas.
  • Circula entre los investigadores un repertorio popular de creencias y valoraciones acerca de las citas, basado a menudo en vivencias personales negativas, que es más bien escéptico y hasta cínico. A veces se trata casi de mitos, en realidad.
  • Barajan una serie de explicaciones que convergen en la idea de que las imperfecciones o avatares de la comunicación científica hacen que la importancia de una publicación no se vea bien representada en su impacto y que haya sesgos notables.
  • Para muchos parece claro que la calidad y el impacto no correlacionan perfectamente, a causa de factores externos y azarosos, lo que se percibe como un defecto.
  • Con frecuencia se manifiesta también una actitud diferente en la valoración de las citas ajenas y de las propias, o del sistema de citas en general y de su aplicación al caso personal.
  • Hay resistencia a que el mérito científico sea juzgado con un indicador cuantitativo, lo que revela interés en conservar la autonomía de la ciencia y desconfianza en la justicia del sistema para evaluar el rendimiento y la calidad científicas.
  • Se da una tensión constante entre las necesidades de gestión de la ciencia, que requiere medidas fáciles y métodos simples de evaluación, y la exigencia de los investigadores de que se realice una valoración justa e integral de la calidad científica.

En efecto, las percepciones a veces contradictorias sobre las citas manifiestan los conflictos que se producen en el seno de la tecnociencia entre el modo de producción industrial de conocimiento, donde el científico es un empleado y la bibliometría una ayuda a la gestión eficiente, y de otro lado la libertad de la academia, como valor tradicional de la ciencia, que permite al investigador trabajar sin controles. Pero, a fin de cuentas, la reputación es la reputación.


Universidades de aquí para allá

23 abril 2009

Transcurrido un año desde la creación en España de un Ministerio de Ciencia e Innovación integralmente competente en todo el entramado científico-académico (incluyendo, incluso, la tecnociencia sanitaria), tocaba que el péndulo oscilara, y acaban de desmantelar la mitad del organismo devolviendo las universidades al seno tradicional del Ministerio de Educación.

Claro, que el cambio no obedece sin más a las leyes de la mecánica de medios continuos, sino a las de la prudencia política. A la ministra del ramo,  emprendedora y enérgica, parecía írsele de las manos el asunto «Bolonia». Lo había cocinado y servido quizás con poco tacto, con escasa paciencia. Y era menester reconducir el proceso, trayéndolo más cerca de casa, para que lo preparen los de dentro, los que saben de ello, los de siempre. Porque gobernar las diversas clientelas universitarias exige una finura casi vaticana.

De este modo, el sector de los «académicos», que quedaron un tanto desplazados con la creación del MICINN, recuperan parte del control perdido, al menos sobre las propias universidades, ya que no sobre la política de investigación.

Sin embargo, esta oscilación pendular supongo que será meramente táctica. Lo más probable es que en cuanto el Espacio Europeo de Educación Superior se consolide y las aguas vuelvan a su cauce, hasta la siguiente reforma global de las enseñanzas universitarias, las competencias en la materia retornen a un Ministerio como el de Ciencia e Innovación o similar.

Apostar por la coherencia es arriesgado en España, pero pienso que la lógica tecnocientífica acabará por imponerse, aunque sea con titubeos, y, como decíamos, de acuerdo con las ideologías y tendencias económicas dominantes en el mundo, lo natural es que todo el complejo científico-industrial llegue a gobernarse políticamente desde el mismo organismo. Ello favorece que las universidades estén más cerca del sistema productivo, para que puedan proporcionar oportunidades de negocio y mano de obra (re)adiestrada.

Entretanto, lo urgente es vender mejor las reformas. …Y otra vez a poner patas arriba las webs ministeriales, recién organizadas.


El empuje de la vida

23 febrero 2009

Aubrey de Grey es al parecer un famoso y polémico biólogo experto en envejecimiento, convencido de que es técnicamente factible prolongar la vida humana de manera casi indefinida. No se sabe cuánto de visionario o iluminado puede haber en sus controvertidas propuestas. Pero no es esto lo que me interesa, sino el tono y respuestas de una breve entrevista que le hicieron en el diario Público el 18 de febrero pasado, en una visita a España.

Ante las reservas expresadas por el entrevistador («Sus teorías generan mucha polémica en la comunidad científica»), de Grey le aclara decidido: «No es una teoría, es pura ingeniería». La conversación termina con estas preguntas y respuestas:

P: Si nuestra especie deja de envejecer y, por tanto, deja de morir… ¿habrá sitio en el planeta para tanta gente?
R: Esa es una preocupación razonable. Sin embargo, esa posibilidad no es una razón suficiente para abandonar esta investigación. Hace 150 años descubrimos que la higiene podía salvar a muchísimos recién nacidos. Uno de cada tres niños moría en el primer año.
P: ¿Significa eso que tendrían que haber mantenido la falta de higiene para que no sobrevivieran tantos bebés?
R: Ahora tenemos que plantearnos lo mismo y optar por salvar vidas.

La actitud del científico, ingeniero o, por ser más exacto, del aspirante a emprendedor de la prolongación vital, es digna de análisis, más allá, como digo, de la sensatez o rigor de sus ideas concretas:

  • La explotación de un conocimiento o tecnología no se evalúa en relación a contextos amplios de conocimientos o valores. Ahora tendríamos que hacer como si ignorásemos algo cuya gravedad se desconocía hace 150 años (la escasez de recursos por la superpoblación), para juzgar aisladamente como un bien la prolongación individual de cada existencia humana.
  • Para de Grey, incluso aunque pueda admitirse una preocupación «razonable» por problemas de más amplio alcance o a más largo plazo, ello no basta para suspender una investigación, si, por ejemplo, se puede argumentar que hay beneficios concretos e inmediatos («salvar vidas» lo llama).
  • La perspectiva de su investigación no es la de abordar un problema existente y reconocido como tal. Al principio de la entrevista de Grey intenta justificar que la medicina luche contra el envejecimiento, pero es obvio que convertirlo en enfermedad o problema es sobre todo un asunto de innovación industrial, que busca crear necesidades, productos, mercados y clientes.
  • En términos muy generales, la conversación trasluce el imparable empuje de la vida como palanca de la investigación y del conocimiento, bien que lo veamos bajo la forma de instintos biológicos de supervivencia, bien bajo la de intereses económicos de la industria (el negocio de la supervivencia). 

Este del elixir de la eterna juventud es en conjunto un buen ejemplo, siquiera hipotético, de las dificultades que habría para limitar la investigación, la expansión del conocimiento, apelando a fines, valores o intereses muy abstractos o generales.


Comercialización de la ciencia

15 febrero 2009

Una de las maneras en que se industrializa el conocimiento social y, en concreto, su segmento más cualificado, la ciencia, es a través de la preponderancia de la llamada tercera misión de las universidades (segunda en los centros públicos de investigación que no imparten enseñanza). Se trata de la labor de transferencia de conocimiento, de aplicación de las innovaciones a los sectores productivos, que se lleva a cabo mediante valorización y comercialización, licencias y contratos de tecnología, creación de spin-offs, etc.

Es lógico plantearse cómo afecta esta nueva función emprendedora de la investigación pública a la eficacia, calidad y también a los valores y criterios con que se desempeñan las otras tareas: la creación de conocimiento y la educación (si es el caso). Comentando otro artículo, ya he escrito sobre esto en una entrada anterior. Esta vez me ha llamado la atención un trabajo reciente al respecto, que estudia una amplio periodo temporal (1980-2004), está centrado en los principales investigadores de una institución alemana tan representativa como la Max Planck Gessellschaft y se presenta con un título sugerente.

Buenstorf realiza un análisis empírico y cuantitativo del que concluye que la actividad inventiva de los investigadores considerados coincide con un mejor rendimiento científico por su parte (número de publicaciones y citas recibidas). También, el trabajo de comercialización de innovaciones mediante licencias con empresas correlaciona positivamente con una mayor productividad e impacto en artículos científicos. Sin embargo, la implicación en spin-offs suele representar a largo plazo una contracción en la producción científica de los emprendedores.

El autor explica que sus resultados son consistentes con otros estudios anteriores, confirmando que las tareas de invención, innovación y comercialización, con la salvedad de la responsabilidad sobre las spin-offs, repercuten más positiva que negativamente en el desempeño científico de los investigadores, considerados sólo desde un punto de vista individual. Sin embargo, Buenstorf no consigue probar que esto se deba a un incremento del aprendizaje derivado del contacto con el sector privado, ni a un aumento de los recursos debido a las licencias, etc. Las causas permanecen, pues, escondidas. 

Tampoco salen a la luz en el estudio de Buenstorf otras repercusiones de la función emprendedora en la ciencia: el cambio en las prioridades de la investigación, la alteración de los ritmos de publicación, la variación en los niveles de independencia con que se enfocan trabajos y conclusiones, el puesto que debe ocupar la evaluación social de la tecnología, etc.

Tomamos, pues, nota de que diversos análisis empíricos parciales abonan la hipótesis de que a más comercialización, más ciencia, sin que se conozcan ni las causas del fenómeno, ni las determinaciones y condicionantes de la ciencia resultante. Parece que todo aboca a nuevas e imaginativas sinergias e hibridaciones entre financiación pública del conocimiento, creación social de riqueza y oportunidades de negocio particulares. O sea, una fecunda reelaboración vanguardista del complejo militar-industrial de la posguerra.


Inteligencia colectiva, Foldit

11 enero 2009

He reparado en esta noticia publicada hace poco en el diario El País:

La inteligencia colectiva se pone al servicio de la ciencia a través de Internet. –  La Universidad de Washington invita a los internautas a resolver rompecabezas para contribuir a comprender las proteínas y ayudar a salvar vidas – Sigue los pasos de Seti@home y Rosetta@home. – R. BOSCO / S. CALDANA 08/01/2009.  

Se trata de Foldit, un proyecto de investigación sobre proteínas que estudia el plegamiento de las mismas a través de computación distribuida. El sistema se basa en la colaboración de miles de voluntarios, profanos en biología, que no sólo ponen sus ordenadores al servicio de la ciencia, sino que además resuelven puzles con representaciones de las moléculas, cuyas soluciones, masivamente acumuladas, contribuyen al progreso de la investigación. La resolución de los puzles se articula como un juego competitivo que aúna el esfuerzo de los participantes y estimula la mejora en los resultados. Para más información puede consultarse también Folding Home.

El asunto es en efecto muy interesante: un brillante ejemplo de uso de la computación distribuida en la investigación científica y, como explica la noticia, de aplicación de la inteligencia colectiva o compartida al desarrollo del conocimiento. En Foldit se produce además una ergonómica integración entre sistemas cognitivos naturales y artificiales, de manera que a través de algoritmos de juego y de manipulación geométrica dispuestos por el autor del sistema, máquinas y cerebros procesan y depuran información, suministrando datos fiables base del nuevo conocimiento.

Mediante Foldit miles de personas participan en la investigación científica, motivados además por el mensaje que se les recalca de que es en favor de la curación de enfermedades como el sida, el cáncer y el mal de Alzheimer. Quienes juegan a resolver los rompecabezas son enterados someramente en la web sobre la naturaleza y propósitos de la investigación y es de suponer que muchos de ellos sean personas aficionadas o interesadas por estos temas. Así pues, Foldit es también una forma de participación social en la ciencia, una forma innovadora y sugestiva, si bien un tanto paradójica: mucha gente interviene de manera activa en el progreso científico, pero aunque no sea totalmente lega, participa jugando, sin conocer realmente lo que se trae entre manos…

Foldit proporciona una cierta visión de cómo el conocimiento puede progresar a nivel colectivo, con la contribución organizada de muchas máquinas y cerebros, pero sin que la mayoría de las inteligencias individuales humanas aporten o conozcan nada realmente significativo. Foldit es, pues, un estupendo ejemplo de industrialización del conocimiento, en donde aparece incluso una masa de obreros sin cualificar que ajustan su pieza en la cadena de montaje (en este caso de forma digital, pero casi literal, realizando una tarea en principio destinada a las máquinas), obreros que carecen de dominio sobre el proceso completo y que aportan su materia gris por una mínima gratificación lúdica o satisfacción altruista.

Claro que podría decirse también que estas personas, profanas ab initio, se han acercado más a la ciencia de lo que estaban antes y que de alguna manera se han integrado más en los nuevos modos de producción de nuestra sociedad. Pero el caso del sistema Foldit, como otras tecnologías y herramientas, muestra que es factible la producción colectiva de mucho conocimiento manteniendo un nivel relativamente bajo, en comparación, de conocimiento individual. Extrapolando las cosas, vuelve a verse que la llamada sociedad del conocimiento tal vez no sea una sociedad de sabios.


Límites de la investigación

22 noviembre 2008

Leyendo algunas noticias o atendiendo a debates recientes sobre la ética de la investigación científica o el desarrollo tecnológico, sobre lo que se debe y no se debe hacer, vuelvo a recordar la naturaleza inexorablemente prometeica (o frankensteiniana) de los homosapiens, de la que escribía hace tiempo.

En realidad las noticias y debates son constantes: el uso de materiales y dispositivos nanotecnológicos, el desarrollo y cultivo de plantas y organismos modificados genéticamente, la investigación con células madre, la producción selectiva de embriones o criaturas de nuestra especie con fines terapéuticos o de otro tipo, etc. Aunque tan diferentes, todos son casos que despiertan enconadas discusiones sobre la conveniencia social y los límites morales, políticos, etc. del conocimiento y la técnica… Feas palabras: límites, prohibiciones, censuras… que suenan mal a los oídos contemporáneos.

En caso de que se quisiera, creo que sería difícil, a largo plazo, poner restricciones eficaces a la investigación y al desarrollo de la tecnología. Constitutivamente, los sistemas neuronales de los homosapiens, y mucho más ahora con el complemento de la computación artificial (masiva, reticular y ubicua) son un medio en el que la información y el conocimiento evolucionan y se propagan de forma enérgica. Si esta característica natural se refuerza porque existen incentivos o catalizadores como el lucro, el bienestar, la seguridad o la supervivencia inmediatas, entonces la investigación, la depuración de la información, es probable que avance con fuerza, por muchas cortapisas que se introduzcan. Otra cosa es que los mercados no demanden determinadas novedades. (O que, a sabiendas de todo esto, se juzgue necesario, a pesar de todo, intentar las restricciones, en alguna medida).

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La pasión de la curiosidad hasta el extremo no sólo está representada en el mito griego de Prometeo o en la creación romántica del Doctor Frankenstein de Shelley. También, por supuesto, figura en el mito judeocristiano del Árbol de la ciencia del bien y del mal.

Este árbol tenía el único fruto prohibido del Paraíso, pero estoy convencido de que Dios sabía perfectamente que el hombre y la mujer acabarían comiendo justo de él, asegurándose en consecuencia a la larga una vida esforzada y penosa: que estaban destinados a esa elección.


«The Misused Impact Factor»

14 octubre 2008

Últimamente las mediciones bibliométricas, y el factor de impacto en particular, están recibiendo muchas críticas desde todas partes. Los varapalos discurren en paralelo, o son en realidad consecuencia de la intensidad y frecuencia con que los resultados de la investigación, y sus protagonistas, son ahora sometidos a análisis y evaluaciones cuantitativas. Tanto examen métrico por doquier, a veces riguroso, a veces apresurado, tanto afán de medición, está llevando quizá a bastante abuso, que es lo que está siendo denunciado, aunque no siempre las denuncias sean atinadas y razonables.

Ahora hasta la revista Science alza su voz, editorial mediante, de manera sensata y nada revolucionaria, contra el mal uso, la distorsión o los excesos y exageraciones en la utilización del Impact Factor de Thomson Reuters. Todo un síntoma:

The Misused Impact Factor. Science, 2008, 322(5899):165

La métrica de la ciencia, en cuanto base del estudio científico de la ciencia, por ejemplo, no tiene que pedir disculpas a nadie, es inocente. Pero tal vez su utilización exacerbada para el control tecnoindustrial de la empresa científica suscita recelos, contradicciones y resistencias en los ámbitos más fieles a la ciencia académica (Ziman), regida por otros valores (There are not numerical shortcuts for evaluating research quality, dice el editorial de Science).

¿A la métrica de la ciencia le pasa como a la Psicometría o a la Psicología en general, que pueden servir a más de un amo?