Knovel, tecnología e industria

30 noviembre 2007

Dentro del mundo incierto de los libros electrónicos (que parecen venderse más que comprarse) hace tiempo que soy partidario de Knovel. Tal vez me dejo influir involuntariamente por el hecho de que no se empeña en ofrecer pruebas gratuitas de sus libros de mil en mil, pero el caso es que Knovel me convence, aunque no siempre resulta barato de precio, desde luego, y opera mediante suscripción.

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Knovel es una plataforma de distribución de libros electrónicos especializados en temas tecnológicos e industriales. Incluye ahora unos 1.400 títulos, que corresponden a muy diversos sectores: química, bioquímica, biotecnología, alimentación, farmacia, ingeniería aeroespacial, civil, industrial, mecánica, eléctrica, electrónica, ambiental, energía, materiales, metalurgia, textiles y plásticos, etc. En muchos casos se trata de obras de referencia, handbooks y fuentes de datos fundamentales, algunas clásicas, en cada rama de la técnica.

Además de por su propia especialización, o sea, por la orientación concreta de sus colecciones, Knovel me parece convincente porque:

  • Es un distribuidor multieditorial, que reúne contenidos de calidad plurales y seleccionados, procedentes de unos 50 editores internacionales de gran prestigio.
  • Los títulos se pueden suscribir individualmente según las propias necesidades, y no sólo en forma de paquete o colección temática preestablecida, aunque esto sea lo recomendado. 
  • Constituye un conjunto diverso y equilibrado de datos de referencia, propiedades de materiales y sustancias, descripciones de procesos, procedimientos estándar, cálculos y fórmulas, manuales técnicos, enciclopedias, guías, informes, etc.
  • Permite la recuperación integrada de toda la información incluida en los libros, tablas y documentos, desde datos precisos a cuestiones generales, con una presentación e interfaz más que aceptables y una impresionante búsqueda avanzada, a la altura de la especialización de los contenidos.
  • Facilita herramientas de análisis y cálculo para manejar, aprovechar y exportar los datos científico-técnicos obtenidos en las búsquedas: tablas interactivas, tablas con trazado de gráficos, visualizadores de diagramas de fase, hojas Excel, conversores de unidades, etc.
  • Los contenidos puramente textuales están en el siempre tranquilizador y cómodo formato PDF, capítulo por capítulo.
  • Es un servicio bien adaptado a clientes bibliotecarios y corporativos, en entornos institucionales y académicos, no dirigido sólo directamente al usuario final, por tanto.
  • Suministra estadísticas de utilización serias y frecuentes, sin que haya que encargarlas, buscarlas o desentrañarlas.

En resumen, Knovel selecciona y reúne información de calidad, la enriquece mediante un tratamiento y organización que la hace más productiva, y la canaliza de forma flexible y atenta a las conveniencias del usuario: hace algo más que digitalizar y comercializar el libro tradicional. Es una buena biblioteca.


El «Panfleto antipedagógico»

25 noviembre 2007

El Panfleto antipedagógico de Ricardo Moreno Castillo ha sido durante varios años un pdf de culto para muchos profesores de enseñanza secundaria, entre los que ha circulado con profusión, hasta que en 2006 se ha publicado como libro impreso. Tal vez la inevitable secundarización de la educación superior lo convierta ahora en un best-seller también en la universidad. El panfleto tiene además interés desde la perspectiva de la educación informacional, porque ¿ésta es «pedagógica» o «antipedagógica»?

El Panfleto antipedagógico es un puñetazo en la mesa: sintetiza la rebelión de una mentalidad educativa originariamente de izquierda contra la depauperación del sistema de enseñanza español. Con sus aciertos y errores, es un grito destemplado, ante el silencio de algunas sosegadas conciencias progresistas, denunciando que el emperador está desnudo, y no admirable y sutilmente vestido, como pregonan ciertos embaucadores sastres posmodernos. Capítulo a capítulo, Moreno Castillo ataca con su implacable sentido común grandes tópicos de la ideología y la pedagogía LOGSE.

Moreno Castillo se equivoca, al menos, en dos cosas, a mi entender:

  • Sitúa dentro del propio sistema educativo el origen y el remedio de los males que padece, como si fueran culpa exclusiva de un programa político (LOGSE, etc.) o de la debilidad de una tecnología social poco consistente pero muy locuaz (la pedagogía). Pero no es cierto que el educativo sea un sistema aislado y, por ejemplo, la corrupción de menores que provoca la hipertrofia consumista, influye mucho también, junto con otros factores sociales, en cómo son los destinatarios y los resultados de la enseñanza.
  • Minusvalora también la avasalladora repercusión de las TIC en la estructuración de las formas sociales, económicas, educativas, cognitivas y conductuales que condicionan la enseñanza. Es verdad que eso no disculparía a la escuela de empeorar las cosas, pero la sitúa ante el dilema de convertirse ¿en un foco de resistencia?

Yo creo en la educación informacional, más que en la alfabetización informacional, por cierto, porque no es un mero asunto de destrezas, sino también de actitudes y valores, igual que la educación sexual no consiste en un estudio de técnicas posturales. Pero no creo que la educación informacional deba colaborar con el vaciamiento intelectual de los estudiantes, disimulando la ignorancia con técnicas de búsqueda («fácil y rápida») y replicación de información basadas en Internet… Ni siquiera en la universidad «aprender a aprender» debe estar por encima de, simplemente, aprender, porque, en efecto, no hay aprendizaje de métodos sin contenidos.

Asumo, sin embargo, que esta posición sí puede ser realmente una forma de resistencia testimonial ante la evolución tecnosocial resultante de las propias dinámicas informacionales desencadenadas por las TIC.

Otros post sobre el tema: Enseñanza informacional; Profesionales en información, 1;  Presencial e informacional, alfin; Alfin EEES; y su nombre.


Estrategias del Plan Nacional

22 noviembre 2007

El nuevo Plan Nacional de I+D 2008-2011, aprobado hace pocos meses, pretende superar la tradicional orientación y priorización temática de los planes anteriores, habitualmente estructurados en áreas científico-técnicas. En su lugar, pone en primer plano las líneas instrumentales de actuación, los mecanismos por los que se promociona la investigación de excelencia y el cumplimiento de los objetivos del Plan. Sin embargo, el PNI+D reserva un área o capítulo para las acciones estratégicas de I+D+I:

«Las acciones estratégicas corresponden a sectores o tecnologías de carácter horizontal, para lo cual se pondrán en juego todos los instrumentos disponibles en las otras áreas; pretenden dar cobertura a las más decididas apuestas del Gobierno en materia de I+D+I, con un concepto integral en el que se pongan en valor las investigaciones realizadas, así como su transformación en procesos, productos y servicios para la sociedad».

Las acciones estratégicas definen, pues, las intervenciones críticas gubernamentales en la promoción del conocimiento, y son cinco:

  1. Salud
  2. Biotecnología
  3. Energía y cambio climático
  4. Telecomunicaciones y sociedad de la información
  5. Nanociencia y nanotecnología, Nuevos materiales y nuevos procesos industriales

Abandonando la habitual circunspección de este blog, diré que constato reconfortado que el Gobierno me hace caso y organiza su impulso político a la actividad científico-industrial según lo que ya pronosticaba yo, más o menos, al escribir sobre Tecnociencias emergentes.

Escribiendo en serio, flota en el ambiente que nano-, bio- e info-tecnología son los grandes yacimientos de conocimiento explotable económicamente. Y que el ámbito de la «Energía y el cambio climático» no sólo es otro nicho de negocio en sí mismo, sino una condición de posibilidad de todo lo demás, en cuanto responsable de resolver la cuadratura del círculo que supone suministrar mayor sensación de bienestar y capacidad de consumo a los electorados sin acelerar dramáticamente la destrucción del planeta.

Por lo que se refiere a la separación del sector «Salud» del campo de la «Biotecnología», aunque es impecable desde el punto de vista histórico, no estoy tan seguro de que lo sea desde una perspectiva epistemológica. Esa singularización de la industria y la ciencia de la salud humana no acabo de verla clara.


FreePatentsOnline, patentes

18 noviembre 2007

Entre los sistemas abiertos de búsqueda de patentes en internet destaca FreePatentsOnline, aunque no parece haber sobre él mucha información. Funciona desde hace años (¿2005?) y ha sido mejorado recientemente, supongo que para competir con Google Patent Search, que sería su gran rival entre las bases de datos de patentes privadas pero de uso gratuito, financiadas con publicidad (o sea, dejando a un lado los servicios de las oficinas de patentes como Esp@cenet, USPTO, JPO, etc. y de los proveedores comerciales como Derwent, Delphion, CAS, etc.)

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En cuanto a contenidos, FreePatentsOnline permite buscar todas las patentes norteamericanas (USPTO) y europeas (EPO) y anuncia que va a incluir las japonesas (JPO). De los tramos más modernos cuenta con texto completo recuperable y de otros sólo con imágenes pdf. Todos los archivos pdf se pueden abrir una vez que uno se ha registrado, lo que es gratuito y también da derecho a servicios personalizados de gestión de resultados, mediante carpetas que se pueden compartir, exportación de datos a Excel, alertas y RSS, archivo de búsquedas, etc. Los documentos pdf se pueden ver, descargar e imprimir completos, frente a lo que ha venido ocurriendo mucho tiempo en bases de datos públicas (USPTO, Esp@cenet).

Las posibilidades de búsqueda en FreePatentsOnline son bastante amplias para un sistema gratuito. Aunque ofrece un casillero simple, estilo buscador, en la página de inicio, la «Advanced search» admite dos modalidades: «Quick search» mediante un formulario con 26 campos de búsqueda y «Expert search» mediante sentencias de búsqueda con códigos de campo y operadores booleanos, de truncamiento, de proximidad y de relevancia. Son recuperables numerosos datos técnicos de las patentes, se puede buscar por clasificaciones (internacional y US, aunque no hay índices) y se enlaza también a las patentes citadas por y que citan a la visualizada. Las referencias de las patentes se exportan en formatos Bibtex y Endnote.

Además, FreePatentsOnline ofrece un extenso sistema de ayudas y explicaciones, no sólo sobre el manejo de la fuente en concreto (un tutorial muy detallado), sino incluso sobre propiedad intelectual, cómo funciona el sistema de patentes y cómo son los documentos de patente, qué comporta buscar patentes, clases de búsqueda, etc.

Más allá de lo que FreePatentsOnline permite en su sitio web directamente a los usuarios registrados, ofrece adicionales «Data services«, personalizados para el cliente, de análisis y minería de datos de patentes, mediante potentes y sofisticadas tecnologías.

Sea de ello lo que fuere, insisto en que para tratarse de un servicio de búsqueda abierto y gratuito, las prestaciones de FreePatentsOnline me parecen más que apreciables, aunque sea tal vez menos conocido y penetrante que Google Patent Search, que, por cierto, sigue en beta. Entretanto, se anuncia otro nuevo actor en el escenario de la información IP: Patents.com

Sobre bases de datos de patentes se ha publicado hace poco un artículo que estudia y compara precisamente las otras, las comerciales y las de oficinas públicas de patentes:

Y otro artículo reciente que repasa el panorama de las bases de datos de patentes, incluyendo someramente FreePatentsOnline es:


«Book of technical writing…»

14 noviembre 2007

Según su propio autor, el propósito de este Pocket book es proporcionar a estudiantes de ciencias e ingenierías conocimientos básicos sobre redacción de escritos e informes técnicos. Es un libro, pues, adaptado al nivel de los estudiantes universitarios, y no al de investigadores o profesionales expertos. Pero introduce bien al lector, con instrucciones claras y concretas, en la elaboración de documentos técnicos muy diversos, sobre todo mediante ejemplos, y traza un panorama general suficientemente preciso para se forme una idea bastante completa del tema, antes de la inserción en un contexto laboral determinado. Todo, claro, dentro de los usos y costumbres de Estados Unidos.

En cuanto a los contenidos, en la primera parte de la obra (capítulos 1 al 5) se explican habilidades generales de la redacción técnica. Un segundo bloque de capítulos (del 6 al 12) aborda la forma de componer diferentes tipos de documentos, con abundantes modelos y detallados ejemplos y casos prácticos, que constituyen el grueso de las páginas y probablemente lo más útil para el lector. El resto de la obra (capítulos 13 al 20) trata de diversas cuestiones comunes y aspectos concretos de la comunicación técnica, no sólo por escrito: gramática y estilo, citas y referencias, presentaciones, demandas de trabajo, entrevistas, materiales gráficos, correspondencia, redacción en grupo, etc. 

Me parece meritorio que Finkelstein arranque en el capítulo 2 con las consideraciones morales, sobre el plagio y la alteración de imágenes, esencialmente. En el momento que vivimos, es algo que da estatura al libro, pues demuestra interés por transmitir que la actividad tecnológica, y en particular la redacción de documentos técnicos, tiene algunas implicaciones morales, que hay unas responsabilidades sociales de las que los estudiantes deben ser conscientes como parte de su capacitación. Y satisface comprobar que la honesta pretensión de facilitar su formación mediante una guía fácil, para aprender rápido o resolver dudas, no está reñida con un cierto nivel de exigencia ética e intelectual.

Da la impresión de que, dentro de una potente (de verdad) industria editorial, los norteamericanos publican libros sobre cosas para las que en España se está en la cultura y tradición oral, de los apuntes o de los trucos de internet. También es verdad que al ser pioneros en la sociedad de la información, puede que estén más preocupados por la educación informacional.

    Índice de capítulos 

    1. Introduction
    2. Ethical considerations
    3. Technical definition
    4. Description of a mechanism
    5. Description of a process
    6. Proposals
    7. Progress reports
    8. Feasibility and recommendations reports
    9. Laboratory and project reports
    10. Instructions and manuals
    11. Research reports
    12. Abstracts and summaries
    13. Grammar, style, and punctuation
    14. Documentation
    15. Visuals
    16. Electronic publishing
    17. Presentations and briefings
    18. Business communications
    19. Resumes, cover letters and interviews
    20. Team writing


La escritura y la ciencia

11 noviembre 2007

La escritura modificó sustancialmente las técnicas cognoscitivas y el procesamiento de la información (…) La difusión de la idea de la escritura hubo de adaptarse a las características de las diferentes lenguas. El griego era una lengua flexional que no se codificaba bien en un sistema logográfico, por lo que se diseñó un sistema fonético de vocales y consonantes a partir de los signos silábicos fenicios. Al llevar el análisis del habla de los morfemas a los fonemas, un par de docenas de signos basta para codificar el lenguaje natural. Consiguientemente, los niños griegos tardaban en aprender a leer y escribir lo mismo que los nuestros. Esta peculiaridad del sistema griego de escritura tuvo consecuencias importantes sobre la extensión potencial de la alfabetización y la cultura escrita, que no estaban ligadas de modo indisoluble a una casta administrativa y sacerdotal [Mesopotamia, Egipto]. Cualquier ciudadano del margen de la sociedad podía acceder al saber acumulado y poner por escrito sus dudas escépticas y sus ideas innovadoras (…) La facilidad del aprendizaje de la escritura en el sistema alfabético griego sacó a los letrados del contexto institucional y funcionarial, cuando no sacerdotal, del Estado, permitiendo el registro y acumulación del escepticismo y la crítica a los saberes tradicionales no menos que a los recientemente propuestos. 

Solís, C.; Sellés, M. Historia de la ciencia. Madrid: Espasa, 2007, pág. 22-23, 60.

La aparición de la escritura y en particular el éxito de la escritura fonética, no en vano en Grecia, es otro elemento que demuestra la importancia de los medios y las técnicas en virtud de las cuales la neuroinformación humana se reproduce, procesa y comunica, generando (re)organización sociocultural y cualificándose también en una parte como conocimiento crecientemente fiable, llamado ciencia.

El surgimiento de la técnica de la escritura se suma, pues, a la aparición del lenguaje, de la imprenta, de la electrónica, o de otras herramientas e instrumentos menores que han sido decisivos en el desarrollo informacional y cognoscitivo del que resulta la evolución sociocultural de los homosapiens.

Igual que antes del lenguaje dudosamente había conocimiento ni homosapiens, la escritura comporta la aparición de un saber sin precedentes, la escritura fonética marca la diferencia griega con la ciencia registrada en tablillas y jeroglíficos, la acumulación bibliotecaria de los rollos alejandrinos está en la base de la ciencia helenística y la imprenta en el origen de la ciencia moderna. Y así sucesivamente. Y la electrónica, ya veremos lo que trae consigo; o ya lo estamos viendo, pero no es fácil delinearlo aún con perspectiva.


Una crítica del índice h

8 noviembre 2007

Costas y Bordons realizan un análisis crítico del índice h sobre la base de un estudio bibliométrico de la producción de 348 investigadores del CSIC. Los autores concluyen que el índice h tiene el inconveniente de que no discrimina bien entre los científicos que publican mucho con poco impacto y los que publican poco con mucho impacto, penalizando por tanto la calidad frente a la cantidad. El artículo está bien escrito, es muy claro e interesante. Y a mí me suscita algunas reflexiones.

  • Estoy muy de acuerdo en que «La creciente popularidad del índice conlleva el riesgo de pretender reducir la evaluación a un solo indicador (…) es preferible combinar distintos indicadores y realizar planteamientos multidimensionales (…)» La fiebre actual de las ideas pocas, pero muy claras, de los ranking y las decisiones por ordenador causa estragos.
  • Creo, por lo mismo, que cada indicador mide lo que pretende medir y que resulta imposible encontrar el indicador perfecto para medirlo todo. Quienes evalúan deben saber y decidir qué quieren valorar, qué importa, y por tanto qué balanza, qué termómetro o qué amperímetro debe usarse en cada circunstancia. Eso, sin descartar completamente el empleo de la humana facultad de juzgar.
  • El índice h está concebido, me parece, precisamente, para medir la carrera de un científico de una manera global y concediendo igual importancia a su producción (cantidad) que a su influencia (calidad), al 50%. No es extraño que se consigan similares marcas con un mayor éxito en cualquiera de los dos polos que en el otro, pues ambos tiran del índice equilibradamente.
  • Contra la preponderancia del factor número de citas de los trabajos más influyentes también se ha argumentado, sin embargo, que los éxitos fulgurantes pero aislados, las colaboraciones afortunadas pero casuales y hasta los pelotazos científicos inusitados no deberían primar sobre el valor de una carrera seria y sostenida en el tiempo. El h elimina este efecto igual que la larga cola de artículos poco citados.
  • Parece que el índice h podría ser más útil para cuantificar la valoración de trayectorias prolongadas, las biografías de científicos maduros, que para evaluar a investigadores jóvenes y curricula incipientes.
  • Tienen mucha razón también Costas y Bordons cuando afirman que es preferible promover la calidad que la cantidad de las publicaciones. Y tal vez, no lo sé, la tengan al ver peligrosa para este fin la moda arrolladora del índice h. En lo que tengo muchas dudas es en que la atribución al autor del prestigio o impacto de la revista en que publica sea hoy en día y de cara al futuro tan importante como dicen.

Tal vez, incluso, la de la producción científica sea una industria en la que está poco claro cuáles son los rendimientos y adónde deben ir por tanto los incentivos. Tal vez es una actividad aún algo anárquica, por muchos esfuerzos de taylorización que se estén haciendo.


Chemistry y PhysMat Central

5 noviembre 2007

Diríase que el sistema editorial de BioMed Central (BMC) se consolida, es sostenible, dado que se extiende a otros espacios de la ciencia. Hace un año nació Chemistry Central, la sucursal de BMC para el campo de la química, y hace pocas semanas acaba de aparecer PhysMat Central, para la física y las matemáticas. Con ello, también, la revista electrónica abierta y comercial desborda el ámbito biomédico.

Chemistry Central publica una revista electrónica de acceso abierto, Chemistry Central Journal (con un saldo modesto de 25 artículos en sus siete primeros meses de vida) y también facilita la consulta de los artículos de química publicados en varias revistas propias de BMC o editadas por BMC en colaboración con otros editores. No hay mucha tradición de acceso abierto en química, por lo que es un intento significativo, desde una buena plataforma de lanzamiento.

PhysMat Central (PMC) ha empezado a publicar este mes de octubre dos revistas, PMC Physics A (altas energías, física nuclear, gravedad y cosmología) y PMC Physics B (materia condensada, física atómica, molecular y óptica), y anuncia el lanzamiento de PMC Physics C. La dinámica de trabajo de la física es muy diferente a la de la química y en este caso la iniciativa debe abrirse paso entre la muy consolidada combinación de eprints abiertos (arXiv, etc.) y revistas comerciales, con la idea también de atender a nuevas necesidades y planteamientos de publicación abierta surgidos en el CERN y en otros sectores. Desde PMC se promueve el depósito de los artículos en arXiv.

Las explicaciones que los editores ofrecen de su modelo de negocio son sencillas y comprensibles: se financian con los APCs (Article Processing Charges) de los autores, básicamente mileuristas (más o menos a 1.000 € cada artículo). De esta manera, la comunicación científica se sufraga por el lado de la divulgación de los resultados, como la última fase y el coste final del proceso investigador, la acreditación o evaluación del conocimiento. O sea, se organiza como un mercado de autores, en lugar de como un mercado de lectores, lo que permite el acceso abierto para estos últimos, que no se cobre por la lectura. Claro que, en este caso, la sostenibilidad de la empresa editorial depende, reconocen los editores [pdf], de que el mercado de autores sea suficientemente amplio y no exageradamente selectivo, por así decirlo.

Luego, como BMC ofrece acuerdos corporativos a los organismos y bibliotecas para que sufraguen colectivamente (al por mayor, con descuentos) la actividad publicadora de sus investigadores, las instituciones financian al editor convertidas en suscriptoras de autoría en vez de ser suscriptoras de lectura, como sucedía antes, en el modelo «lector paga».

Creo que todo ello representa un pequeño paso más en la consolidación comercial de formas más rápidas e intensivas de propagación de aquel conocimiento que no es objeto inmediato de explotación industrial, o sea, de patente, licencia, etc.