El «Panfleto antipedagógico»

El Panfleto antipedagógico de Ricardo Moreno Castillo ha sido durante varios años un pdf de culto para muchos profesores de enseñanza secundaria, entre los que ha circulado con profusión, hasta que en 2006 se ha publicado como libro impreso. Tal vez la inevitable secundarización de la educación superior lo convierta ahora en un best-seller también en la universidad. El panfleto tiene además interés desde la perspectiva de la educación informacional, porque ¿ésta es «pedagógica» o «antipedagógica»?

El Panfleto antipedagógico es un puñetazo en la mesa: sintetiza la rebelión de una mentalidad educativa originariamente de izquierda contra la depauperación del sistema de enseñanza español. Con sus aciertos y errores, es un grito destemplado, ante el silencio de algunas sosegadas conciencias progresistas, denunciando que el emperador está desnudo, y no admirable y sutilmente vestido, como pregonan ciertos embaucadores sastres posmodernos. Capítulo a capítulo, Moreno Castillo ataca con su implacable sentido común grandes tópicos de la ideología y la pedagogía LOGSE.

Moreno Castillo se equivoca, al menos, en dos cosas, a mi entender:

  • Sitúa dentro del propio sistema educativo el origen y el remedio de los males que padece, como si fueran culpa exclusiva de un programa político (LOGSE, etc.) o de la debilidad de una tecnología social poco consistente pero muy locuaz (la pedagogía). Pero no es cierto que el educativo sea un sistema aislado y, por ejemplo, la corrupción de menores que provoca la hipertrofia consumista, influye mucho también, junto con otros factores sociales, en cómo son los destinatarios y los resultados de la enseñanza.
  • Minusvalora también la avasalladora repercusión de las TIC en la estructuración de las formas sociales, económicas, educativas, cognitivas y conductuales que condicionan la enseñanza. Es verdad que eso no disculparía a la escuela de empeorar las cosas, pero la sitúa ante el dilema de convertirse ¿en un foco de resistencia?

Yo creo en la educación informacional, más que en la alfabetización informacional, por cierto, porque no es un mero asunto de destrezas, sino también de actitudes y valores, igual que la educación sexual no consiste en un estudio de técnicas posturales. Pero no creo que la educación informacional deba colaborar con el vaciamiento intelectual de los estudiantes, disimulando la ignorancia con técnicas de búsqueda («fácil y rápida») y replicación de información basadas en Internet… Ni siquiera en la universidad «aprender a aprender» debe estar por encima de, simplemente, aprender, porque, en efecto, no hay aprendizaje de métodos sin contenidos.

Asumo, sin embargo, que esta posición sí puede ser realmente una forma de resistencia testimonial ante la evolución tecnosocial resultante de las propias dinámicas informacionales desencadenadas por las TIC.

Otros post sobre el tema: Enseñanza informacional; Profesionales en información, 1;  Presencial e informacional, alfin; Alfin EEES; y su nombre.

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