Scribd, autoedición social

8 abril 2009

La información registrada en documentos ofimáticos ha encontrado en Scribd, creo, un buen canal, 2.0, para su propagación, cooperativa y colectiva. Es sin duda un sitio impresionante, conocido por su similitud con YouTube, Flickr o SlideShare, pero orientado a otros contenidos. Nacido hace dos años, crece de forma muy acelerada.

scribd

En Scribd se pueden libremente alojar, difundir y consultar textos escritos y documentos similares, de diferente tamaño y carácter, conteniendo imágenes, números, gráficos, mapas y toda clase de información susceptible de aparecer impresa (libros, folletos, revistas, carteles, etc.) Admite archivos en formato pdf, ps, Word, Excel, PowerPoint, txt, rtf, OpenOffice, etc.

El valor de Scribd está en que, gracias a su herramienta de visualización en Flash, iPapers, permite presentar y manejar los documentos en la web, como los videos de YouTube, sin tener que necesariamente bajarlos y abrirlos en el ordenador propio con el programa correspondiente. De modo que proporciona un sistema de publicación 2.0, cooperativo, con el que se pueden insertar los documentos en las páginas web, así como mostrarlos y usarlos en los navegadores, todo ello de manera bastante flexible. Es decir, facilita al máximo la autoedición electrónica, en entornos web, de documentos textuales y similares.

  • Con Scribd  (y otros sitios parecidos: docstoc, Issuu), el texto puro y duro (y otros géneros concomitantes) se abre paso en el escenario de la información reticularmente generada y utilizada, «social», lo que constituye un importante paso cualitativo. Se completa el panorama.
  • Scribd aumenta las facilidades para que cualquier información pueda publicarse, replicarse y propagarse en la red. Que cualquier texto, sea del tipo que sea, en cuanto a la forma o al contenido, tenga su lugar en la red es notable, contribuyendo a disolver la ya de por sí frágil diferencia entre conocimiento editado y no editado.
  • Scribd aparece como un contenedor versátil y promiscuo, un potente medio para alojar y multiplicar el volumen de la información social y digitalmente compartida, externalizada y virtual. Está asegurado que, al menos, la cantidad crece.
  • La actividad de Scribd puede afectar considerablemente a otras empresas o agentes dedicados a los contenidos, a la forma en que prestan sus servicios, a sus mercados y a sus productos (industrias del libro, prensa, educación, etc.) Ya empieza a firmar acuerdos con editores.

El libro como excepción

1 marzo 2009

Francia, que fue posiblemente el eje de la Modernidad, representa ahora la excepción occidental a la globalidad angloamericana: en política, idioma, cultura… Y Francia ha inventado la notable idea de excepción cultural, una aportación ya bastante considerable a la cultura contemporánea.

El concepto de excepción es utilísimo. Yo creo que sirve para interpretar y caracterizar no sólo a Francia y al francés en el seno de la universalidad googleleana, sino también, por ejemplo, para entender al libro como artilugio singular dentro del actual nivel de desarrollo del continuo informacional.

La excepción representa mucho más que la armonía en la diversidad o que el espejo roto del multiculturalismo. La excepción remite a la objeción de conciencia y a la deliberada autoafirmación de los heterodoxos. No siempre, por supuesto, lo excepcional es cualitativamente valioso, ni mucho menos, pero sí obstinadamente diferente.

Cualesquiera que sean sus cifras de negocio, el libro está perdiendo relevancia. Aparece ahora como un recurso especial de comunicación, quedando al margen de las impetuosas y fluidas dinámicas informativas digitales que dan forma al presente y ordenan la vida, el pensamiento o la educación de los homosapiens. Los tráficos y los procesos masivos de información que se producen a través de sistemas cognitivos naturales o artificiales utilizan el libro sólo de manera secundaria.

Y entonces, a medida que desaparece como norma, emerge el libro como excepción: como una vía peculiar, gradualmente extravagante, de información cosificada, empaquetada y paralelepípeda.

Su nuevo carácter excepcional altera los valores del libro. La comunicación mediante el libro se vuelve más intencionada, puesto que autor y lector escogen este canal de modo consciente, lo que favorece también la complicidad entre ambos. Al perder la fuerza de la universalidad, el libro circula entre convencidos, quienes se constituyen como minoría, con independencia de su número. El libro, en cuanto mero soporte, y en cuanto excepcional, adquiere significación propia, se convierte en signo. Asume un redoblado valor cultural, casi un valor etnográfico.


Propiedad intelectual en crisis

14 septiembre 2007

La propiedad intelectual nació, como se sabe, del mundo de la imprenta y de la Modernidad, lo que ya he anotado en otra entrada. No es extraño, pues, que estemos ante una crisis de la propiedad intelectual, porque es una institución un tanto anacrónica. Lo mismo que sucede al matrimonio, a los dedos del pie humano y a otros muchos órganos y formas aparecidas a lo largo de la evolución biológica o sociocultural, que la propiedad intelectual pierda su función original no quiere decir que desaparezca: puede sobrevivir atrofiada, o asumir nuevos roles… Pero atraviesa una seria crisis, a pesar del volumen de la industria de los contenidos.

La propiedad intelectual ha sido una institución típica de una época en que la propagación de información por medios industriales, con la imprenta, se intensificó respecto a la situación anterior, de parsimonia manuscrita y tradición oral. Pero no es ya tan funcional en un ambiente en que la replicación de la información se acelera exponencialmente, con la electrónica.

Digamos que la propiedad intelectual funcionó bien en un rango de velocidades intermedias de proliferación de la información, y, además, anclada en otras características estructurales del periodo moderno:

  • Frente a la idealización del antiguo texto original, precariamente representado en manuscritos escasos y perecederos, o frente a la liquidez evanescente de los bits actuales, la industrialización del conocimiento con la imprenta trajo consigo su cosificación en forma de objetos tangibles, testigos contundentes y repetidos de la creación intelectual.
  • La auctoritas medieval fue reemplazada por el autor como creador personal, contemporáneo, conocido y reconocido, con su nombre reiteradamente grabado en portada de los libros.
  • La prevalencia del antropocentrismo como eje cultural de la dinámica moderna, frente al teocentrismo medieval, hizo emerger al hombre como sujeto, que conoce, domina, recrea el mundo y es dueño de sus creaciones.
  • Apareció el individuo, que se emancipó como ciudadano, titular de los derechos de propiedad a que por mérito o capacidad se hiciera acreedor, y trasunto del ascenso social de la burguesía.
  • Predominó la individualización del creador, como resultado de su labor esforzada y casi solitaria, frente al anonimato medieval o a la comunitarización actual de las empresas intelectuales, a veces incluso basadas en la potencia replicadora de las nuevas TIC o en la inteligencia delegada en la Red.
  • Protegiendo al creador individual, se buscaba la promoción pública del conocimiento social, lo que no preocupaba en el Medievo, ni está claro cómo se deba hacer en nuestros días.

Porque, ahora, ¿ cómo sostener la propiedad de ideas cultivadas casi colectivamente, que germinan sobre máquinas informacionales y no dan como fruto objetos materiales ? Quedarían, quizá, como formas de dominio intelectual más sólido, el secreto y la patente, que es el registro deliberado de la novedad para reservarse el derecho de explotación, y donde el dominio no está conectado directamente a la mera creación, sino al acto de reivindicar.


Origen de la ciencia moderna

2 May 2007

¿ Por qué creo, siguiendo a E. Eisenstein, que la invención de la imprenta fue una discontinuidad histórica, tecnológico-industrial, esencial como desencadenante de las revoluciones científicas que inauguraron la etapa moderna de la ciencia occidental, dando lugar con ello a otros importantes cambios sociales, económicos, políticos y culturales en el mundo ? O sea, ¿ por qué está la imprenta en el origen de ciencia moderna ?

Porque la imprenta introdujo técnicas y formas de trabajo intelectual incomparablemente más potentes que las de la época de los manuscritos, que dinamizaron de manera espectacular la producción de conocimiento, lo que fue cristalizando en ideas y métodos novedosos y fecundos: un saber más fiable, experimental, compartido, acumulativo, crítico y progresivo:

  1. Con la imprenta, desde mediados del siglo XV, se fue generando una acumulación de conocimiento sin apenas precedentes en la Historia. Se recuperó e imprimió toda la sabiduría tradicional, que circuló con profusión desconocida antes y estuvo fácilmente accesible a los intelectuales europeos, cuyas nuevas creaciones también se agregaron al conocimiento social disponible, en acelerado crecimiento, promoviéndose una fácil intercomunicación entre los eruditos.
  2. Con la imprenta terminó la veneración del saber idealizado del pretérito, conocido antes a duras penas a través de textos copiados a mano, con errores, y además dificilísimos de conseguir. La familiarización con múltiples fuentes impresas del saber y la contemplación desde cerca de las discrepancias entre unas y otras, y de sus posibles equivocaciones, estimuló la crítica intelectual de la tradición y el recurso a la observación y la experiencia para dirimir las controversias.
  3. Con la imprenta resultó mucho más fácil y rápido que antes, en ediciones sucesivas de una obra o en obras diferentes, enmendar gradualmente errores, subsanar omisiones, corregir observaciones y datos, mejorar la organización de la información, perfeccionar en suma los resultados de la indagación. Se abrió paso sobre bases firmes al progreso en la calidad y cantidad del conocimiento público fiable.

Es decir, la nueva industria de la comunicación, y no un genio o espíritu de la Modernidad, provocó la eferverscencia intelectual que revolucionó los saberes hasta desembocar en la ciencia del s. XVII.


Internet y la imprenta

27 abril 2007

Sorprende que un autor dedique más de 500 páginas al nacimiento de la cultura científica, de la ciencia moderna, y de la propia Modernidad, desde sus raíces en el siglo XIII hasta el siglo XVII, explicando exhaustivamente, supongo, cómo se produce, y que no de con la razón de por qué ocurre todo ello. Según leo en una reseña del libro en Nature: «Why the changes that Graukroger describes should have ocurred in seventeenth century Europe remains largely unanswered». Menos mal que promete más volúmenes para intentar aclarar mejor la cuestión. Graukroger no ha leído a Elizabeth Eisenstein, o le resbala, porque siempre es más elevada una historia del espíritu que de la realidad.

En cambio, me ha alegrado leer un informe de 30 páginas, de 1998, donde su autor, James A. Dewar, interpreta la actual revolución o era de la información a la luz de lo sucedido con la imprenta y sobre la base principal de las explicaciones de Eisenstein. Gracias a ella, Dewar parece más atinado en su análisis del presente que Graukroger en su explicación del origen de la cultura científica. Aunque su artículo es de hace ¡nueve años!, casi todas sus ideas esenciales me parecen atinadas.

Dewar cree que la era de internet es similar en bastantes aspectos a la de la imprenta. Para probarlo, examina diversos paralelismos entre una y otra revolución infotecnológica. Ambas representan importantes avances en la capacidad de comunicarse de los homosapiens: la imprenta creó la comunicación uno-a-muchos y la interconexión de ordenadores la comunicación muchos-a-muchos. Ambas revoluciones introducen cambios drásticos en la forma en que se preserva, actualiza, difunde, recupera y adquiere el conocimiento; y en ambos casos se reestructura la manera en que el conocimiento pertenece a alguien, es propiedad intelectual.

Según Dewar, siguiendo a Eisenstein, la imprenta desencadenó cambios profundos y extensos: un Renacimiento consolidado y transformador, la Reforma protestante (y su contrapartida católica) y, andando los años, la revolución de la ciencia moderna. Sucedieron como consecuencias no previstas ni deseadas de la imprenta, desbordando completamente los efectos intencionados de la invención. Dados los paralelismos, la interconexión de ordenadores provocará cambios socioculturales enormes, que tal vez no se perciban del todo hasta dentro de unas décadas, dominando las consecuencias no deseadas a la extrapolación simple de las tendencias actuales.

De la historia de la imprenta, Dewar extrae sus propias lecciones para el presente. No conviene regular demasiado la internet, asegura, para evitar que suceda como a los países que restringieron la libertad de imprenta (España, entre ellos), que quedaron eclipsados en la Modernidad. Y cree preferibles las políticas de experimentación libre y abierta, de abajo arriba, atentas a lo imprevisto, con estándares de facto o acordados desde la base, más que las planificaciones globales y coercitivas.


Historia de la ciencia y textos

9 febrero 2007

En cierta manera, un paso más allá de la obra de Eisenstein, que se centra en la imprenta, y por tanto en la eclosión de la ciencia moderna, (post Imprenta y ciencia… ) es History of science, history of text. En este trabajo se defiende que, en general, en cualquier época y lugar, la construcción de los textos científicos es parte intrínseca de la elaboración de los conceptos y teorías científicas. Ambas cosas serían expresión de una misma comunidad erudita. Es decir, si la ciencia se representa mediante artefactos del conocimiento, textos o documentos de algún tipo, la forma de representación no es inocua, afecta decisivamente a lo que se representa y a lo que se toma como conocimiento: forma y contenido no son independientes. Esto se intenta ejemplificar a lo largo de la obra en los diversos capítulos, dedicados a muy diferentes escenarios científicos.

Sin embargo, curiosamente, alguno de los colaboradores del libro, al menos, se queda por detrás de Eisenstein en el sentido de que acaba atribuyendo los modos de construcción de los textos a “visiones del mundo” y “sistemas cognitivo-culturales”, adquiridos por las comunidades científicas no se sabe bien cómo. Esto es, al final se minusvalora la función de la tecnología de la información al uso en la conformación de la ciencia de cada momento. Sin embargo, en mi opinión, esta tecnología es decisiva para estructurar y gestionar los artefactos del conocimiento. La tecnología de la información es la variable independiente que condiciona las formas de conciencia y no la conciencia la que determina lo demás: las discontinuidades tecnológicas que afectan a la comunicación humana son las que provocan cambios en las constelaciones de información socialmente vigente.


Imprenta y ciencia: Eisenstein

23 enero 2007

Para entender el nacimiento de la llamada sociedad de la información me parece de gran ayuda la interpretación del invento de la imprenta, y de sus consecuencias, que realiza en sus estupendos libros Elizabeth Eisenstein. Con la vaga sensación de que, en el fondo, nada hay tan nuevo bajo el sol, lo que mejor y con mayor perspectiva ilumina la actual revolución en las tecnologías de la comunicación es comprender lo que pasó en la anterior.

Ignoro absolutamente cuál es la valoración y el puesto que merecen Eisenstein y sus teorías dentro de la historiografía académica. Pero para mí sus explicaciones minuciosas acerca de cómo la imprenta transformó el comportamiento de las élites ilustradas, renovó las técnicas del trabajo intelectual y creó una industria del conocimiento, son apasionantes. Además del origen del Renacimiento y la Reforma, gracias a Eisenstein he podido comprender, sobre todo, cómo en la base de la ciencia moderna está una tecnología de la comunicación, unos métodos de estudio, unas formas de compartir el conocimiento, y cuánto yerran las interpretaciones idealistas de la Revolución científica, que la atribuyen a la generación espontánea o a algún espíritu moderno.

Gracias a sus libros, también, se ve cómo la Modernidad, o la hegemonía de Europa surgen en cierto modo a partir de la industria tipográfica. Todo lo cual, por extensión, induce a pensar que la evolución de la humanidad podría ser resultado de las formas de comunicación, de las técnicas de transmitirse la información entre los homosapiens.