Difusión de información en red

12 noviembre 2009

Informa SINC, el Servicio de Información y Noticias Científicas de la FECYT, que dos investigadores de la Universidad Carlos III de Madrid e IBM acaban de publicar en Physical Review Letters, una revista de primera línea, un estudio sobre la difusión de la información en las redes sociales. Creo que el trabajo está despertando bastante atención; desde luego a mí me interesa (con toda la modestia de mero aficionado) y, en un caso más de replicación de información en la red, me quiero hacer eco de ello.

Los autores explican al comienzo de su artículo que modelizar las dinámicas sociales como el resultado emergente de la interacción informativa entre individuos es habitual hoy en día, con la ayuda de la física estadística. Así se hace con fenómenos como la extensión de las epidemias, la difusión de las innovaciones, la formación de la opinión pública, las dinámicas culturales, los virus informáticos, la propagación de rumores o modas, el marketing viral, etc.

El artículo aborda en concreto los procesos de difusión de la información y la influencia en ellos de comportamientos humanos diferenciados. Y la principal conclusión parece ser que la información se propaga de una forma relativamente lenta casi siempre, lo que se debe a los muy diversos tiempos de respuesta de los individuos, cuya conducta altera cualitativamente la dinámica de la propagación informativa a nivel colectivo. Esta heterogeneidad parece deberse a la diferente relación entre la información y el individuo, que crea usuarios de respuesta rápida y de respuesta lenta.

El estudio supone un avance destacable en el análisis, medición y predicción matemáticas de los procesos de difusión de la información y, en definitiva, en la modelización científica de fenómenos humanos colectivos. Lo que más interesante me parece es la idea general de que los complejos sistemas psicosociales pueden estudiarse desde los procesos informacionales subyacentes, desde un punto de vista físico y naturalista.


La ciencia en castellano

6 noviembre 2009

Hace pocos días, el Instituto Cervantes y la Fundación Santillana han publicado y presentado un libro titulado El español: lengua para la ciencia y la tecnología. Con él parece que pretenden eso mismo, promover la extensión del español como idioma para la ciencia y la tecnología, noble intento alrededor del cual articulan otras propuestas convergentes (nuevos y distintos índices de evaluación de las revistas científicas, etc.) Al respecto se me ocurren unos pocos comentarios.

Una lengua sirve para la comunicación entre un grupo de individuos. Aunque no todos estimarían esto evidente, es más fácil que un grupo de individuos se entiendan en una lengua común que usando varias.

Las comunidades científicas de alcance internacional o mundial, no regional o nacional, con miembros de muchos países, es lógico que acepten una misma lengua como medio para relacionarse con más facilidad. Una comunidad científica global y multilingüe no es nada probable, y menos en los apresurados tiempos que vivimos.

La lengua común de un grupo tenderá a ser la que conocen un mayor número de miembros, sobre todo si la utilizan intensa y activamente. En el caso de las comunidades científicas será la de aquellos subgrupos lingüísticos que más han publicado históricamente y en la actualidad, y que resultan más influyentes por cantidad y/o calidad.

La ciencia siempre ha usado una lingua franca diferente de las lenguas particulares: durante una larga época fue el latín; luego el francés; el alemán incluso durante un breve periodo tuvo cierta prevalencia; y por fin, después de la segunda guerra mundial, el inglés. La lingua franca, inevitablemente ha expresado el predominio o la supremacía intelectual de los científicos hablantes de esa lengua. Hoy el inglés predomina porque del mundo angloparlante proviene mayoritariamente la innovación y la creación científica y cultural.

Es legítimo desear que el español sea lengua de la ciencia, pero para ello creo que sólo valdría el camino largo y difícil de hacer la mayor y mejor ciencia internacional en castellano: conquistar la hegemonía de la ciencia, de modo que los demás aprendan español para comunicarse con los científicos hispanohablantes: la importancia del idioma va de la mano de la supremacía intelectual. Otras soluciones baratas me parecen con poco fundamento: esto no es una tarta que se reparta por trozos y la difusión cultural en la historia de los homosapiens, como el calor en termodinámica, fluye de los lugares con «más» a los lugares con «menos».

P.S.: Álvaro Cabezas también comenta este tema en su blog, desde un enfoque paralelo.


La fuerza del anhelo, o Google

31 octubre 2009

Viene a decir Zygmunt Bauman en su Modernidad líquida (*) que la actual es una sociedad de individuos formalmente emancipados, en la que todas las regulaciones y constricciones se han disuelto y el destino de cada cual está en sus manos. Como las identidades no vienen dadas y completas, los individuos deben alcanzarlas por sí mismos a lo largo de su vida. Por eso, se vuelven consumidores perpetuamente insatisfechos, anhelantes perseguidores de su propia identidad entre las múltiples ofertas del (super/hiper)mercado.

Cada cosa que se consigue da ocasión a buscar otra, como en una carrera, de forma que «ningún premio es absolutamente satisfactorio». «El deseo se convierte en su propio objetivo, un objetivo único e incuestionable», dice Bauman. Se trata sobre todo de seguir en carrera, en pos de nuevos logros que puedan culminar, perfeccionar nuestra anhelada identidad, pero que no consiguen hacerlo nunca. «El arquetipo de la carrera que corre cada miembro de la sociedad de consumidores […] es la actividad de comprar» (*).

Y el arquetipo del deseo globalizado y masivo, me parece a mí, es Google. En un mundo desregulado, donde el poder es evasivo y extraterritorial, quien pone las cosas en orden, permite perseguir los deseos y articula las preferencias de vida es Google. La máquina de buscar sirve para intentar rellenar la brecha que Bauman sitúa entre nuestra condición de individuos de iure y nuestras posibilidades de ser individuos determinados de facto, con una identidad propia y libremente adquirida. Es un instrumento clave del capitalismo suave.

La límpida interfaz de Google, rápidamente exitosa e imitada, significa mucho: traduce en internet la ausencia de atributos del individuo dado, en pos de su concreción. Y no en vano la esencia de internet, hasta las redes sociales, ha sido unos años la búsqueda: donde nos buscamos. Google gestiona el menú del «gran buffet del mundo» (Bauman) en que los consumidores van decantándose y eligiendo su vida como viajeros, madres, geeks, esquiadores, singles, coleccionistas, profesionales, gays, gourmets, amigos, apostantes, espectadores, u otras muchas identidades.

El buscador nos ordena el menú en función de lo que compran otros consumidores, según la popularidad de los productos, para que tomemos posición relativa. Restablece así un principio de autoridad en una cultura donde las prefencias, principios y prioridades no vienen ya dados por la tradición. (La autoridad queda luego expuesta a confrontación, más allá del buscador, en las redes sociales). Y Google, sobre todo, satisface nuestros deseos, o lo procura; al instante si es posible, o lo antes que se pueda, para que el deseo satisfecho genere otro nuevo enseguida. Estimula, en realidad, el anhelo, la fantasía que va incluso más allá del deseo (Bauman).

A pesar de su visión idealista de lo humano, tiene razón Bauman en lo de la sociedad líquida. Pero no dice que la causa de la licuefacción es la fluidez, intensidad y aceleración de las dinámicas informativas que sostienen a las poblaciones y culturas de los homosapiens. La cual no crea individuos soberanos, sino dependientes del magma colectivo de procesos informativos, de la inteligencia reticular y ciborg de la especie, en la que Google es un primer y destacado agente (como después lo están siendo las redes sociales).

(*) BAUMAN, Zygmunt. Modernidad líquida. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2008, p. 78-81.


«Searching 2.0», de M. Sauers

14 octubre 2009
  • SAUERS, Michael P. Searching 2.0. London: Facet Publishing, 2009. 337 p. ISBN 978-1-85604-629-9.

Searching

ÍNDICE: 1) What is Web 2.0. — 2) Getting organized using Delicious. — 3) Popular search engines [Google, Live Search, Yahoo]. — 4) Wikipedia. — 5) Searching for media [Flickr, Youtube, Podscope]. — 6) Local search [Google Maps, Live Search Maps]. — 7) Print search [Google Books, Amazon Search Inside]. — 8 ) Google cache, the Wayback Machine and Wikipedia: searching the Past. — 9) Searching there whithout being there: OpenSearch. — 10) Desktop Search [Google Desktop, Windows Search]. — 11) Data visualization: the future of search? [Kartoo, etc.]
 
Searching 2.0 es un libro destinado a bibliotecarios referencistas (o educadores, también), como la anterior obra de Sauers: Using the internet as a reference tool: a how-to-do-it for librarians. Trata de la aplicación de las nuevas tecnologías y plataformas de internet en las bibliotecas, pero no tanto para la creación o renovación de servicios como, sobre todo, para el trabajo informativo del bibliotecario junto al usuario.

Dejándose llevar por el título, alguien podría pensar también que este libro está dedicado a la Web 2.0, pero más bien lo que aborda son las técnicas de búsqueda de información en un ambiente de tecnologías y recursos nuevos. Quiero decir que, aunque algunos de los temas tratados son típicamente 2.0 (Delicious, Flickr, Wikipedia,…), otros no tanto, por muy recientes que sean (Yahoo Search, Google Maps, Amazon Search Inside, Internet Archive, desktop search,…).

Searching 2.0 resulta una obra sencilla, útil y práctica para iniciarse en las herramientas que explica, y ofrece pistas sobre las situaciones de aplicación de cada herramienta, las posibles demandas del usuario. Quizá parece un poco farragoso el enorme despliegue de pantallas de ejemplo sobre los diversos recursos y servicios. El capítulo inicial, dedicado a delimitar la «Web 2.0», y los que tratan de Delicious o Wikipedia son quizá los más interesantes.

Así, por ejemplo, en el capítulo 1, Sauers caracteriza la Web 2.0 por sus propiedades de convergencia (de contenidos y de contenedores), remezclabilidad (de información de varias fuentes por parte del usuario) y participación (todos los usuarios intervienen en la red leyendo/escribiendo), así como por el fenómeno de las folksonomías o etiquetado social (el análisis documental de las colectividades usuarias de la información).

Information Research ha publicado una reseña del libro y el propio autor escribe un blog: The travelin’ librarian.


Crítica política de G. Scholar

11 julio 2009

Dada su repercusión social, cultural y económica, Google es objeto de frecuentes estudios, análisis y, en no pocas ocasiones, de aceradas críticas. Aquí he comentado ya algunas: Googléame, de Barbara Cassin; Google como ídolo; o un análisis más matizado de Google Scholar. En este caso estamos ante una crítica ideológica y política global de Google Scholar, y de Google en conjunto, que los sitúa como adalides de las fuerzas del capitalismo, el consumo y el negocio, enfrentado a la causa democrática e igualitaria de las bibliotecas:

La tesis fundamental de Potter viene a ser que Google, a través de Google Scholar, abusa de su posición dominante, subiéndose sobre los hombros de las bibliotecas que colaboran con él para fines en realidad antagónicos a los de éstas, suplantando su función y hurtándoles los usuarios. Las bibliotecas, en lugar de suscribir acuerdos con Google deberían promover una educación informacional que no sólo enseñe a usar las TIC, sino también a criticarlas.

  • La simbiosis de Google Scholar con las bibliotecas que incorporan sus fondos al buscador no es mutualista, sino parasitaria. Las bibliotecas sufragan y aportan contenidos, tecnología de gestión de enlaces, bases de datos y herramientas de control propias; pero entregan la búsqueda a Google. Añaden valor al Scholar con sus medios y colecciones y éste les resta valor a ellas suplantándolas con su monopolio informativo en la red. Las bibliotecas legitiman a Google Scholar y éste expropia la función bibliotecaria, pero no procura la igualdad de acceso al documento final, como hacen las bibliotecas, sino el beneficio de la compañía.
  • El Scholar no incluye anuncios, pero es parte de un conglomerado con fines lucrativos, al que aporta clientes. Forma masa crítica con una compañía basada globalmente en el negocio de la publicidad. La conducta de Google con los anuncios, los datos personales de los usuarios y la censura de la libertad de información dista de ser ejemplar. No sólo carece de la cultura de servicio público de las bibliotecas, sino que fomenta el espíritu de consumo y el afán de enriquecimiento, abanderando los intereses del capitalismo norteamericano (en China, por ejemplo). Aporta poco a la formación de una ciudadanía crítica e informada.
  • Desde el punto de vista técnico, Google Scholar no es neutral. Gracias a su posición hegemónica conforma un público unificado, como el de la TV generalista sufragada por anunciantes. Determina el modo de buscar y homogeiniza a los usuarios, modelando una nueva generación de investigadores. Los acomoda a usar la misma interfaz y el mismo tipo de resultados, los introduce en el molde simplificador de una búsqueda indiferenciada, obstaculizando que usen modos alternativos y especializados de indagación. Además, los contenidos y alcance del Scholar son deliberadamente opacos.
  • Las bibliotecas deberían luchar para mantenerse como relevantes mediante tecnologías y servicios que compitan con Google, no subordinándose a él. Y deberían educar a los usuarios sobre la información; pero no sólo en la evaluación de los contenidos, sino también en la crítica de las interfaces, los buscadores, navegadores y la tecnología en general. Pues las tecnologías, como Google Scholar, no son neutrales, también tienen sesgos o expresan intereses, y a veces contradicen los valores de la democracia y la libertad intelectual. Una educación crítica es esencial para una ciudadanía ilustrada.

Comoquiera que se piense de estas críticas, Google ejerce un dominio más penetrante y por vías más sutiles y modernas que el de Microsoft. Sobre la base de una innovación inteligente, y gracias al poder de la simplificación, gestiona los tráficos de intenciones y deseos, es un nodo básico en la inteligencia reticular de la especie.


Sobre la búsqueda y más allá

13 junio 2009

La plasmación teórica de la información como mercancía universal (Claude Shannon) a mediados del siglo XX abrió el camino hacia la sociedad de la información industrializada. Dicho camino se recorrió a medida que se dispuso de tecnologías suficientemente desarrolladas (electrónica, software y comunicaciones). Con el tiempo, el consumo de información generó un gran mercado para potentes industrias de contenidos y contenedores.

Los ordenadores, internet y la web, en concreto, sentaron las bases de un mercado potencial para la búsqueda de información como negocio. Pero en realidad, en la práctica, dicho mercado sólo fue creado por Google. De hecho, «búsqueda de información» es un concepto reciente, que hasta hace unos pocos años no se manejaba apenas y hoy resulta algo cotidiano, omnipresente.

La industria de la búsqueda se ha desarrollado con rapidez inusitada, creando entre los consumidores nuevas necesidades y grandes expectativas. De hecho, ha transformado la psicología y la sociología del aprendizaje. La propia tecnología de la búsqueda alimenta la creciente exigencia de los usuarios en cuanto a sistemas de recuperación de información, generando insatisfacciones que son el caldo de cultivo para nuevas demandas de productos y servicios. Los consumidores de información se han vuelto insaciables, por así decirlo, y ello estimula la investigación y la innovación, para extender el negocio y captar la demanda.

Ya he escrito de estos temas antes, resumiendo un review de Science de 2007. Pero el número de marzo pasado del magazine Computer (IEEE Computer Society) contiene un apartado monográfico titulado Beyond search muy interesante y recomendable. Coordinado por Gary Marchionini y Ryen W. White, examina tendencias y avances en la tecnología de la búsqueda dirigidos a satisfacer las demandas de la clientela. Se repasan progresos recientes para desarrollar «sistemas de soporte de la búsqueda de información» que ayuden a los usuarios a encontrar, comprender, analizar y utilizar la información, dentro de un proceso holístico que va más allá de la mera recuperación:

  • Progresos sociales: servicios de búsqueda cooperativa o socialmente filtrada o cualificada, herramientas informáticas de colaboración explícita y búsqueda colectiva.
  • Progresos técnicos: herramientas que, más allá de las palabras clave, permitan la exploración flexible de contenidos mediante facetas, sistemas que faciliten la construcción de conocimiento a través de representación visual.

En todo caso, la industria de la búsqueda es una industria con futuro, Google lo supo ver bien. Porque, como he dicho, se alimenta o se retroalimenta a sí misma cultivando su propio mercado, modelando el comportamiento cognitivo de los individuos y las poblaciones. Y porque es una industria «abstracta»: es el meta-negocio de cómo satisfacer toda necesidad o avidez de los homosapiens, de todos nosotros, sempiternos anhelantes buscadores de «algo».


RUSC, universidad, educación

31 May 2009

La Universitat Oberta de Catalunya (UOC) viene publicando desde 2004 la Revista de Universidad y Sociedad del Conocimiento (RUSC), que se dedica al estudio y promoción del e-learning y las TIC en la educación superior. Se completan dos números al año y el director de la publicación es Josep M. Duart, profesor de la UOC y responsable de su Cátedra UNESCO de e-learning.

RUSC es sin duda una de las más interesantes publicaciones que se editan en España sobre educación basada en la tecnología, por los autores que colaboran y la especialización y calidad de sus contenidos. Ha abordado temas como los aspectos sociales del e-learning, las estrategias universitarias de transformación tecnológica y la presencia de las universidades en internet, el uso de contenidos digitales en la enseñanza, las formas de aprendizaje mediante las TIC, el acceso abierto a los materiales educativos, la economía del e-learning, la participación de las universidades en la globalización y en el desarrollo regional, la construcción cooperativa de conocimiento, la relación entre cultura digital y educación, etc.

RUSC, como otras publicaciones, estudios y foros semejantes, combina lo tecnológico y lo pedagógico en una síntesis peculiar: un discurso que podríamos llamar tecnoeducación o edutecnología:

  • La tecnoeducación propicia que la enseñanza, los profesores y los estudiantes se adapten fielmente a la evolución de internet y las TIC, las cuales no son ya tanto medios intrumentales como los elementos determinantes del proceso y el contexto educativo.
  • Aunque el discurso tecnoeducativo es relativamente unitario y coherente, no proporciona modelos organizativos para la práctica docente: las soluciones efectivas son múltiples, heterogéneas y cambiantes, la enseñanza se «desformaliza» o «desistematiza».
  • La transmisión o la adquisición de conocimientos es reemplazada por la depuración de las capacidades manipulativas de los estudiantes y por la inmersión y participación conjunta, de alumnos y profesores, en la red digital del conocimiento social.
  • La tecnoeducación amalgama, colectiviza; la comunidad y la inteligencia comunitaria basada en las TIC tienden a ser las protagonistas; el trabajo y el saber cooperativos, a través de contenedores y canales tecnológicos, representan el ideal.
  • La antigua ambición de formación integral de las personas, de una pieza, deja el sitio preferente al objetivo de adquirir y desarrollar competencias, destrezas o habilidades en función de las demandas del individuo, la sociedad y el mercado.
  • Se propugna la transformación tecnológica de las universidades, aún a pesar de que los sistemas de gestión y organización de estas instituciones apenas cambian y no facilitan estrategias unitarias, ágiles y consistentes.

Así pues, el discurso tecnoeducativo envuelve, sigue, acompaña, a la evolución de la infotecnología y a la propagación de contenidos mediante ella. Aporta coherencia y apoya a las realidades emergentes, en su plural conformación. ¿Intenta quizás de esta manera salvar la educación, en alguna versión al menos?


«Going beyond Google»

17 May 2009

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  1. Characteristics of the invisible web
  2. Use of the web for research
  3. Introducing students to the invisible web
  4. Further exploration of the invisible web
  5. Internet research strategies: an example
  6. A sampler of tools for mining the invisible web
  7. Visible versus invisible web: shifting boundaries

Going beyond Google trata sobre la utilización de la web invisible en la educación: en las enseñanzas informacionales (ALFIN) y en las bibliotecas escolares o académicas, pero también en la enseñanza en general, sin más. Ofrece explicaciones sobre la definición o alcance de la web superficial y la profunda, así como orientaciones y ayuda para impartir clases o formación que conduzca a los estudiantes a ir más allá, a no conformarse con lo que los buscadores generalistas hallan en la red.

La web profunda incluye contenidos seleccionados, evaluados, de calidad, localizables en o a través de bases de datos, repositorios, catálogos y sitios web especializados. Conocer y acceder a esta información es vital para adquirir una preparación intelectual solvente en las escuelas y universidades, piensan los autores, aunque utilizarla no sea tan cómodo, rápido, barato y simple como limitarse a los primeros resultados de Google. 

Transcender a Google, profundizar, es en efecto un ideal educativo, un factor de excelencia, hoy por hoy. Y parece también muy aconsejable una metodología docente que empiece por, que arranque del uso habitual de los buscadores para hacer comprender sus límites y llegar a otros parajes de mayor exigencia, complejidad y calidad. Una metodología ALFIN que enseñe a bucear, frente al corriente surfing.

Pero que Google, u otro ingenio ordenador del conocimiento social más perfeccionado, sea el que de hecho señale el ámbito de lo cognoscible y aprehensible comúnmente (dejando lo exterior para las excepciones) no me parece improbable. ¿Se podrá sobrevivir y prosperar sin saber ni acceder a otra cultura que la que este buscador (o sucesores) transmitan? ¿Será necesario, realmente, aprender, o bastará acudir al conocimiento fácilmente disponible, según vaya haciendo falta?


ALFIN y bibliotecas 2.0

9 May 2009

Info litGodwin y Parker, bibliotecarios, pilotan en esta obra un análisis de las relaciones triangulares entre la educación informacional (ALFIN), las bibliotecas y el mundo de la web 2.0. También podría decirse que trata de la adaptación de la information literacy liderada por las bibliotecas a las aplicaciones y servicios de la web social. De forma coherente, el libro es continuado por un blog con el mismo nombre.

Algunos de los capítulos plantean ideas y orientaciones generales y otros incluyen descripciones de experiencias concretas. En cualquier caso, las tecnologías 2.0 aparecen como herramienta o medio para impartir la educación informacional pero también como contenido que enseñar en las actividades ALFIN. En general, estos contenidos o herramientas no monopolizan en exlusiva las acciones formativas, sino que son incorporados como parte de las mismas entre otros aspectos.

Godwin inicia su introducción con entusiasmo y contundencia, en lo que constituye una buena explicación de la intención de la obra según su punto de vista (no estoy seguro que sea el de todos los autores):

It’s time to stop boring our users with conducted tours of our libraries, earnest library guides, and endless demonstrations of those arcane databases that we love so much. Something has happened. Our users have new mindsets and new expectations. Our information role has spread from buildings and collections to encompass the whole electronic world. Users are creating phenomenal amounts of content individually and collaboratively on the web. We have to recognize the importance of this new landscape in the content we teach. More fundamentally, we now have a new range of tools available to help others transform our teaching into something which is more fun and more engaging for our users. This is the challenge of Web 2.0 to information literacy (IL) [p. 3].

Se trata en mi opinión de un libro magnífico, un abordaje inteligente, esclarecedor y práctico, útil para los bibliotecarios, de las relaciones triangulares antedichas. Aunque me ha gustado mucho leerlo, sobre el fondo de las cuestiones me inquietan, por supuesto, dudas que probablemente tienen mala solución:

  • La ALFIN, ¿debe inculcar o no la discriminación cualitativa de la información, la demarcación de la ciencia frente a la opinión, etc., a efectos educativos? ¿Debe considerar valiosos todos los contenedores y contenidos, de forma democrática, o privilegiará un espacio de información cualificada y conocimiento experto? ¿En qué dosis una y otra cosa?
  • Las enseñanzas informacionales, como toda la educación, ¿deben adaptarse a las tendencias dominantes (o emergentes), o proponer las que considere adecuadas? ¿Deben ponerse al servicio de la demanda de los consumidores mediante contenidos «fun and engaging»? ¿Deben ir siempre detrás de la evolución de las industrias de la información? ¿Hasta qué punto todo ello?
  • La educación informacional, ¿ha de trabajar a favor de la independencia intelectual de los individuos o fomentará el desarrollo de la intelección en red, externa, colectiva y neurodigital (si es que hace falta fomentarla)? O ¿en qué medida una y otra cosa son compatibles? ¿Lo son, de qué modo?

Wolfram|Alpha, el anuncio

7 May 2009

Reina la expectación, está a punto de nacer, este mismo mes, Wolfram|Alpha, computational knowledge engine, el buscador inteligente. No tengo ni idea si representará la revolución que tantos pronostican, o si por el contrario será más el ruido que las nueces y todo quedará a la larga en poca cosa. Tal vez destrone a Google, según dicen, como ingenio ordenador del conocimiento social, o quizá resulte sin más una nueva herramienta que añadir a la lista de los motores de búsqueda peculiares. El propio anuncio y la ávida curiosidad que rodea su lanzamiento, en todo caso, son significativos de la época que vivimos.

Parece que Wolfram|Alpha explora una base de conocimientos propia procedente de la web profunda, más que rastrear la web. Y pretende dar un salto importante en la recuperación de información mediante lenguaje natural y en el procesamiento inteligente de las consultas, para entregar respuestas elaboradas, aunque a preguntas concretas. Es un buscador factual, según Danny Sullivan.

Lo consiga mejor o peor, lo cierto es que Wolfram|Alpha constituye un intento más en el desarrollo de la inteligencia en red, externalizada, colectiva y digital, que hace menos necesario el aprendizaje y el conocimiento individuales. Cada vez más capacidad de computación y memoria está fuera de los sistemas cognitivos naturales.

Así explica su proyecto el propio Stephen Wolfram en un video:

También en estos sitios, entre muchos otros, se trata del tema:


Fábricas de trabajos en la red

27 abril 2009

Gracias a un mensaje (*) en la lista de distribución Iwetel, foro para profesionales de la Documentación, he podido leer este breve pero interesante e instructivo reportaje:

Como el artículo sugiere al lector, yo también tenía referencias sobre servicios de venta de trabajos académicos en la red, pero no sabía que actuaran de manera tan organizada y profesional, como auténticas industrias de la información. Y no había leído antes una descripción tan detallada de sus actividades y funcionamiento, con tintes incluso un poco policíacos. Las explicaciones sobre la vida y la actitud de algunos escritores negros y sobre las inquietudes de varios clientes de los essays mills ilustran cómo se articula este sumergido pero próspero subsector educativo.

Los trabajos de encargo resultan paradójicamente originales y su carácter fraudulento pasa, por tanto, desapercibido para la contratecnología educativa (Turnitin, etc.). No estamos ante un fenómeno de plagio, sino, dicho con el desparpajo y el descaro de algunos de los protagonistas, ante una especie de outsourcing del aprendizaje: una conducta en virtud de la cual encomiendo mi aprendizaje a otros.

En el fondo, es una extralimitación corrupta de la externalización del conocimiento, en virtud de la cual es la Red, anónima, industrial o intersubjetiva, la que aprende, y no cada individuo responsable de sí mismo. Se produce un desarrollo cooperativo del saber, sólo que asimétricamente prostituido por un tráfico mercantil (for cash), y llevado a cabo con el carácter global y la escala que permite internet.

(*) El mensaje fue enviado por Mª Jesús del Olmo a Iwetel el día 13 de abril pasado, con el título «Usos y abusos de la red, más allá de los rincones para vagos».


«Googléame», de B. Cassin

19 abril 2009
  • Cassin, Barbara. Googléame: La segunda misión de los Estados Unidos. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2008.

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Los libros sobre Google casi son un género. Éste en concreto, traducido y publicado en Argentina, muy recomendable, es un examen desde el lado de la filosofía francesa. Barbara Cassin presenta al buscador como lo que pretende ser, el gran ordenador mundial de la información, desempeñando una misión de globalización estadounidense, destinada a poner orden en el caos. Una misión que se añadiría a la primera vocación de la gran potencia, combatir las fuerzas del mal.

La autora analiza críticamente la actividad de Google bajo sus dos lemas (organizar toda la información del mundo haciéndola accesible a todos y no ser malvado) y cuestiona su potencial para democratizar de verdad la cultura y el conocimiento. Según Cassin, en Google la calidad y la relevancia aparecen como propiedades emergentes de la cantidad (de enlaces), de manera automática y opaca, sin deliberación, crítica, ni consenso. La cultura y el conocimiento se reducen a mera información. Google revela y ordena toda la web con unas pretensiones que Cassin tacha de totalitarismo organicista, detentando un monopolio de facto en la red, propio de un Gran Hermano.

La conducta del buscador en la confidencialidad del correo electrónico, en sus relaciones con los poderes políticos (E.U.A., China), su multilingüismo superficial (diversos sabores y plato único), o sus ambiciones en la digitalización de libros, demuestran para Barbara Cassin que Google no es fiel al universalismo democrático que predica ni respeta una noción integral de la cultura. Google aparece como el gran mediador, mercader y calculador de las opiniones, más que de las verdades, a la altura de la sofística griega, pero carente de paideia.

«… Google es un campeón de la democracia cultural, pero sin cultura ni democracia. Porque no es un maestro ni en cultura (la información no es la paideia) ni en política (la democracia de los clics no es una democracia) (…) … Google es antidemocrático porque es profundamente estadounidense, sin darnos los medios de saberlo, de cuestionar su universalidad, de tal modo que estadounidense caiga por su propio peso como universal…»

  • La crítica de Cassin me parece en general atinada, pero expresada con la envoltura filosófica propia de la melancolía culturalista y humanista. Lo cierto es que, de hecho, la cultura no es más que información, por más que Google lo venga a poner de manifiesto al representar un gran paso en la industrialización de la información y en el desarrollo de una inteligencia compartida e intermedia, neurodigital. Y al patentizarlo empresarialmente.
  • La relevancia googleleana se inspira en la técnica de la citación científica, que extiende a toda la red, bien que de forma automática y, en efecto, «sin deliberación». Pero tampoco el desarrollo de la ciencia es perfectamente racional y deliberativo… El problema es que estamos, de nuevo, simplemente, ante un caso de masiva industrialización informacional, que se contrapone a la artesanía y al arte del conocimiento y la educación, sin duda más cuidadosos. Google ejerce el poder de la simplificación.
  • La defensa del pluriculturalismo y la apuesta por lo francés o lo europeo, por parte de Cassin, deberían ir acompañadas de la contrición por la frecuente impotencia e incompetencia continentales frente a la globalización angloamericana.